La Sala de lo Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) ha elevado la condena de nueve a once años de prisión para un entrenador de fútbol por abusar de tres menores, a los que hizo firmar contratos por los que debían guardar silencio o pagar 100 millones de euros.
En su sentencia, a la que ha tenido acceso Efe, el tribunal estima parcialmente el recurso formulado por una de las víctimas y revoca la resolución dictada por la Audiencia de Málaga el pasado enero.
De esta manera eleva de cuatro a seis años la pena de prisión por un delito continuado de abuso sexual con prevalimiento en ese caso, dado que las felaciones entre acusado y menor se repitieron durante unos dos años.
Esa pena de 6 años, unida a los 4 años de cárcel y un año de prisión por los que el entrenador fue condenado por otros dos delitos continuados de abuso sexual hacia las otras víctimas, suma un total de 11 años de cárcel.
Además, el TSJA prohíbe al acusado aproximarse a la víctima que ha apelado la sentencia a una distancia inferior a 500 metros y comunicarse con él durante 10 años, frente a los siete fijados en la anterior resolución.
En la sentencia dictada por la Audiencia malagueña se declara probado que el procesado se dedicaba a entrenar equipos juveniles de fútbol en Málaga y que además seleccionaba de entre los jóvenes a los que "consideraba más vulnerables para proponerles un entrenamiento personalizado" con la promesa de convertirlos en jugadores profesionales.
Con ese pretexto, en agosto de 2008 el acusado habló con un menor de 15 años en aquel momento y le propuso firmar un "contrato de futbolista" por el que el joven contrataba al procesado como entrenador personal y se comprometía a obedecerlo, comportarse con lealtad y honradez y a guardar el secreto.
Si el menor incumplía sus obligaciones o desobedecía al técnico, tendría la obligación de pagarle una indemnización de 100 millones de euros, según se establecía en el documento, que se hacía sin el consentimiento y conocimiento de los padres del joven.
El contrato, "carente de validez", permitía someter al menor a la voluntad del procesado, pues si no accedía a sus peticiones no seguiría entrenándolo y no se convertiría en jugador profesional de éxito, además de tener que abonar una compensación económica desorbitada, según la sentencia.
La relación entre el acusado y la víctima consistía en entrenamientos individuales en zonas alejadas del núcleo urbano de la provincia de Málaga, en las que el entrenador poco a poco se ganó la confianza de la primera víctima, con regalos y promesas de que llegaría lejos en el fútbol profesional.
El entrenador proporcionaba al jugador ropa deportiva de pequeñas dimensiones que le obligaba a ponerse sin ropa interior, realizó tocamientos en los genitales con el pretexto de realizar masajes y estiramientos y le obligó a "hacer o dejarse hacer" felaciones, conductas que fueron habituales hasta 2010.
Con la misma forma de proceder se acercó en el 2013 a otro joven de 15 años, y a finales de 2010 y principios de 2011 a otro jugador de 14 años.