Manuel Sánchez Gómez,Londres, 8 nov (EFE).- Cuando José Mourinho, sobre el césped aún tierno del Juventus Stadium, alzó su mano, rodeó su oreja y provocó a los turineses, aún incrédulos ante la derrota de su equipo, no solo respondió a los insultos que aguantó en Inglaterra y en Italia, también mandó un mensaje a sus críticos; no está enterrado.,Hace poco más de un mes, el Manchester United se marchaba al túnel de vestuarios con un 0-2 en contra en Old Trafford ante el Newcastle United. Ese mism
Manuel Sánchez Gómez
Londres, 8 nov .- Cuando José Mourinho, sobre el césped aún tierno del Juventus Stadium, alzó su mano, rodeó su oreja y provocó a los turineses, aún incrédulos ante la derrota de su equipo, no solo respondió a los insultos que aguantó en Inglaterra y en Italia, también mandó un mensaje a sus críticos; no está enterrado.
Hace poco más de un mes, el Manchester United se marchaba al túnel de vestuarios con un 0-2 en contra en Old Trafford ante el Newcastle United. Ese mismo fin de semana, medios ingleses daban sentenciado al técnico portugués.
Ocurriera lo que ocurriera ante las 'Urracas', Ed Woodward, dirigente del club de Mánchester, certificaría el despido de Mourinho, peleado con el vestuario, con la directiva y consigo mismo.
Una arenga promovida por Paul Pogba, al que Mou despojó de la capitanía, despertó al United, que completó la remontada ante los de Rafa Benítez con un gol en el descuento de otro de los olvidados de Mánchester, Alexis Sánchez.
Mourinho salvó, con lo que podría definirse como un 'passing shot' desde la lona, su primera bola de partido en contra en el norte de Inglaterra.
Con el paciente aún en el quirófano, la visita a Stamford Bridge relució en el mar de dudas. Un empate a dos rescatado por varios rebotes del Chelsea en el minuto 96 y Mourinho corriendo detrás de un asistente, después de que este celebrase el gol en su cara fue el colofón.
El portugués revivió su protagonismo del pasado y salió orgulloso al césped de Londres autoseñalándose y mostrando tres dedos en su mano. Las tres ligas que ganó en 'The Bridge'.
El esperpento del planteamiento en Old Trafford en la ida contra el Juventus pasó de puntillas, venció a Everton y Bournemouth y recondujo el timón en la Premier, donde aún le queda un largo camino por recorrer. Es séptimo y él mismo ya se marca meterse en 'Champions' como objetivo.
Otra vez quitando presión a los suyos e imponiéndosela a él. De su continuidad o no en el banquillo de los 'Diablos Rojos' no depende una Premier que aún no ha conquistado en los dos años en los que ha actuado como sucesor de Louis Van Gaal.
Su permanencia, como ya le ocurrió en el Real Madrid, depende de la 'orejona'. La misma que el United no conquista desde 2008 y que Mou no huele desde aquel triplete con el Inter de Milán, acérrimo rival del Juventus, casa en la que no es bien recibido.
Insultado en Old Trafford y castigado una vez más en territorio enemigo, Mourinho no dudó en llevarse la mano derecha a la oreja implorando al campo que continuase con los vilipendios. Los goles de Juan Mata y Alex Sandro en propia puerta en los últimos cinco minutos de partido habían congelado el ya de por sí frío templo juventino.
La enésima provocación del estratega de Setúbal distrajo la atención otra vez. La cadena británica Sky le preguntó y fue tajante: "Me insultaron durante noventa minutos. Hice el gesto porque quería oírles más".
Confianza restaurada, fe de los jugadores recobrada y un reto mayúsculo en el horizonte. El Etihad Stadium con el líder afilando sus dientes aún rememorando la derrota por 2-3 del año pasado que les privó de celebrar el título en casa.
De repetir la hazaña, que no quepan dudas de que volverá a pisar el césped, aunque esta vez con Pep Guardiola vigilando sus movimientos desde la otra orilla. Vuelve Mourinho, tiembla Mánchester.