Luis Villarejo
Madrid, 9 dic .- Ni Pavón, ni Exequiel Palacios. El colombiano Juanfer Quintero fue el gran héroe de la noche al dar el título a River Plate. El fútbol español puso de inicio los focos en el talento del 7 de Boca y en el pretendido fichaje del Real Madrid. Cristián Pavón, el pibe que arropa Leo Messi en la selección; y Exequiel por ver cómo aguantaba la presión en el estadio Bernabéu, en la que puede ser su casa.
Pero no fue su mejor partido. Una final igualada, con más emoción que juego brillante, con escaso fuste para el hincha neutral. En cambio, sí aparecieron dos tipos con determinación. Los dos nueve de cada bando -Darío Benedetto, un puñal para Boca- y Luca Pratto, el 'Oso', un tanque para River.
Las finales son para tipos duros. Benedetto y Pratto sacaron punta a todo. Benedetto es un killer. Sus tatuajes invitan a pensar que no regala caramelos en el área. La calavera que lleva pegada en el cuello, lleva mensaje. Bromas, las justas. Firmó un gol hermoso, con frialdad y sangre fría puso un balón con clase dentro del marco de Armani. Era el 0-1, en el minuto 43. Un momento clave, antes del descanso.
Benedetto regaló una hora potable a Boca. Fue sustituido por Ramón Abila en el minuto 62. Físicamente agotado, se dejó el alma en el campo. Hace unos meses, Darío Benedetto inauguró una biblioteca futbolera que lleva su nombre en el lugar donde pasó su infancia, el colegio San Pablo Apóstol en El Pato, en Berazategui. Seguro que pensó algún día ver allí colocada allí su hazaña. Tendrá que esperar una mejor ocasión.
Admirador, de Manu Ginobili, la leyenda argentina de la NBA, Benedetto fue el más futbolista más atrevido de Boca, que al perder a Wilmar Barrios en la prórroga, pagó caro la recta final de la Copa Libertadores.
En ese tiempo extra, Marcelo Gallardo acertó con la salida de Juanfer Quintero. Suplió al gran capitán, Leo Ponzio. Llegó Quintero este verano a préstamo a River Plate y los resultados han dado la razón a la dirigencia de River. Armani, Pratto y Quintero, los tres fichajes, aparecieron siempre a la hora de la verdad.
Pavón no pudo dedicar el triunfo a Leo Messi, que vio la gran final del Superclásico en un palco privado al lado de su surtidor en el FC Barcelona, Jordi Alba. Boca Juniors lo peleó, tuvo un poste de Jara en el último suspiro y acabó de pie a pesar de la lesión de Gago y terminar con 9 en el césped. Boca llegó a ir delante en el marcador de nuevo, también en el partido de vuelta, pero River Plate supo leer mejor el partido.
Se esperaba a Exequiel Palacios, el chaval joven que mira con lupa el Real Madrid, y cuyo ídolo es Toni Kross, pero fueron el Oso Pratto y Juanfer Quintero, quienes auparon a River para que levantara la Copa Libertadores más larga de la historia al cielo de Madrid. Pratto abrió el camino, con su 1,87 y sus 90 kilos. El es puro rock and roll. Quintero remontó y el Pity Martínez empujó a placer el 3-1 en un final frenético y tremendo, repleto de incertidumbre, con cinco minutos finales de puro nervio.