Cuando, en diciembre, el exbarcelonista Xavi Hernández predijo que la final de la Copa de Asia la disputarían Japón y Catar ardieron las redes.
Que el jugador más emblemático del "tiki taka" aventurara que los "samurais azules" alcanzarían la última etapa del torneo no era tan descabellado. Japón es una potencia, pese a que Irán, líder asiático en el ránking FIFA, y Australia, el último campeón, parecían por delante en las apuestas.
Pero meter a Catar, ausente del último Mundial y cuyo mejor resultado en una Copa Asia fueron unos cuartos de final en 2000 y 2011, era como poco arriesgado. A Xavi se le acusó de querer halagar a quien le paga (es embajador global del Mundial catarí).
Un mes después, Catar y Japón han corroborado la predicción del centrocampista, con los "samurais azules" como favoritos y los cataríes respaldados por una trayectoria impecable en el torneo.
Con Félix Sánchez en el banquillo, un exbarcelonista que durante diez años ejerció como formador de talentos en La Masía, la selección catarí ha alcanzado el éxito mucho antes de lo previsto.
El plan a medio plazo que idearon en la Academia Aspire, con el realista Roberto Olave a la cabeza, está a punto de dar sus frutos, cuando se suponía que debía concretarse dentro de tres años, en el Mundial que organizará Catar.
Félix Sánchez ha reclutado un plantel jovencísimo (11 jugadores tienen menos de 22 años), muchos de los cuales se han formado con él en categorías inferiores, pero fogueados en la alta competición (hasta 17 clubes europeos contaron con jugadores cataríes en los últimos años).
El técnico, que en julio dio el salto desde la sub'23 a la absoluta para reemplazar al uruguayo Jorge Fossatti, ya ha comprobado el éxito de su gestión: Almoez Ali (22 años), un delantero que pasó en España por la Cultural Leonesa (Segunda B) ha igualado el récord histórico del iraní Alí Daei, con sus ocho goles en un mismo torneo, y le puede superar en la final. Akram Afif, exjugador del Sporting de Gijón y del Villarreal, es el que más asistencias ha dado (8).
Con 16 goles a favor y ninguno en contra, Catar es la mejor selección del torneo, pese a los innumerables problemas que ha tenido que sortear en territorio hostil.
Aislada del entorno (Arabia Saudí, los Emiratos Árabes, Báhrein y Egipto decretaron un boicot hace año y medio por los supuestos vínculos del régimen catarí con el terrorismo), los "Maroons" no han contado en Abu Dhabi con aficionados, ni siquiera con prensa del país. Han visto cómo abucheaban su himno e, incluso, cómo desde las gradas les lanzaban botellas y zapatos -un gesto de desprecio en la cultura árabe- mientras goleaban a los anfitriones emiratíes (4-0).
Japón, al contrario, no ha respondido a las expectativas hasta semifinales. Ganó por un gol de ventaja sus cinco partidos previos (ante rivales como Turkmenistán, Omán, Uzbekistán, Arabia Saudí o Vietnam) y el nuevo técnico Hajime Moriyasu afrontó duras críticas, pese a que recorrió invicto el camino desde su nombramiento 811 partidos).
Moriyasu, un excentrocampista que en 1990 llegó incluso a probar con el Manchester United, fue ayudante de Akira Nishino en el Mundial y, tras la renuncia de este, decidió afrontar la renovación del conjunto nipón, sacando del equipo a muchas de sus estrellas, lo que no le ha impedido formar una plantilla repleta de jugadores que militan en clubes europeos (Nagatomo, Sakai, Inui, Gaku Shibasaki...).
Si este viernes vence Japón en el Zayed Sport City Stadium de Abu Dhabi (18.00 hora local, +4 GMT), Moriyasu será el primero en conquistar el título como jugador y entrenador, pese a que en 1992 se perdió la final por sanción.
La historia le respalda; los "samurais azules" han ganado cuatro de las últimas siete ediciones y siempre que llegaron a una final la ganaron. Pero Catar está en Abu Dhabi para cambiar los pronósticos. Y no tiene nada que perder.