Si hay alguien que se alegra en Madrid, la sede de la final de la Liga de Campeones, por el éxito de Mauricio Pochettino, son los hermanos Sandoval, propietarios de Coque, uno de los grandes restaurantes de Madrid, con dos estrella Michelín.
Hace unos meses, con motivo del curso UEFA Pro que se celebró en Las Rozas (Madrid), Pochettino y su cuerpo técnico, con Jesús Pérez y Toni Jiménez, cenaron en Coque, con una tertulia de nivel, de fútbol y vida, en medio de la experiencia sensorial que expone la familia Sandoval con la dirección de Mario Sandoval. El cuerpo técnico de Pochettino disfrutó con la degustación y el recorrido, pero también comprobó la estructura de trabajo de una empresa que como ellos aspiran todos los días a alcanzar la excelencia.
Los que visitan Coque salen bendecidos. Fue la broma de un momento, que a buen seguro Pochettino y su equipo técnico querrán repetir si el próximo 1 de junio el Tottenham gana una soñada Copa de Europa, que con tanto empeño han peleado durante toda la temporada.
Pasión y amor por su trabajo. Son los dos factores en los que Pochettino y Mario Sandoval coinciden. Los dos luchan por alcanzar la excelencia. Son emergentes en el mercado. Pero siempre con la organización, la armonía y el colectivo por encima del individuo. Un liderazgo silencioso que inunda de optimismo un vestuario o una cocina de autor. Mario tiene a sus hermanos Rafael y Diego, a su lado. Mauricio, a Toni Jiménez y a Jesús Pérez. Un reparto de papeles perfecto. Coque busca el 'bocado perfecto con los pies en la tierra' y el Tottenham un fútbol dinámico desde la sencillez y la naturalidad de sus gestores.
Mauricio es un tipo afectuoso, que cuenta con 50 personas en su Ciudad deportiva que miman el primer equipo. Pochettino es muy querido. Desde la cocina, los médicos, pasando por todos los empleados del gimnasio, donde él da gran importancia al trabajo específico que previene lesiones. Es una de sus grandes virtudes en un espacio donde el lema del club,'To dare is to do', atreverse es hacerlo, inunda las paredes vecinas de unas instalaciones de otro planeta. Hay clubes que no tienen el ruido de los clubes tradiciones, los de siempre, pero sus medios son igual o superiores a los de los grandes expresos que más salen en la tele.
Sin fichar, en una campaña donde lo importante era la construcción de su nuevo y faraónico estadio, Pochettino ha agitado su laboratorio para diseñar situaciones de partido, sacar todo el zumo a Fernando Llorente, en un tramo donde Harry Kane se cayó por lesión del escenario. Mérito del entrenador. Ver como dos chicos, que no parten de titulares como Fernando Llorente o Lucas Moura dan la cara en los momentos clave. Eso es compromiso con el grupo. Todos suman.
En Amsterdam, Fernando Llorente abrió espacios para que Lucas Moura, un diestro que firmó tres goles con la izquierda, llevara al Tottenham a la cima. Los entrenadores buenos son aquellos que dejan un legado. Sin duda, más allá del resultado de la final de Madrid, Pochettino ya ha abonado un sello, un estilo y sobre todo, un método para afrontar situaciones de remontada. Los técnicos auténticos, los que son capaces de motivar, de dar la vuelta a una paisaje adverso con un cambio de planes, simulando acciones virtuales, son los que dan credibilidad a un equipo.
Pochettino fue un gran central en el RCD Espanyol. Conoce el oficio. Nunca jugó una final de jugador. Pero ahora, sí. Por fin, lo disfrutará de entrenador. Estuvo cerca de ser jugador del Real Madrid. Era presidente Lorenzo Sanz y Juan Onieva su vicepresidente. Hubo algún contacto. Pero no cuajó la operación. Desde entonces, Pochettino ya era entrenador en el campo. Eligió a su equipo de confianza. Toni Jiménez se ha destapado como un gurú en la preparación de Lloris, un portero con un golpeo de futbolista de campo, que inicia la jugada siempre con criterio. Y con el apoyo y la sabiduría de Jesús Pérez, la mano derecha y a veces la izquierda a menudo de Pochettino, siempre atento a los detalles. Y al fútbol que no ve el espectador medio.
El Tottenham está en la final. Con Delle Alli, que comienza a espabilar y un toque de corneta, que mantiene vivo a Lucas Moura, un futbolista que viene del barrio, y que maneja los códigos de la supervivencia como nadie. Liverpool - Tottenham, final inglesa. Klopp-Pochettino, un duelo que ilustra un cambio de guardia. Un nuevo orden en el fútbol mundial. Y una alegría para los hermanos Sandoval, y en especial de José Ramón, el hermano entrenador que viendo de cerca el método Pochettino en Londres, se hizo admirador suyo y de su cuerpo técnico de por vida.