Carlos A. Moreno
Río de Janeiro, 28 jun .- El varias veces elegido mejor futbolista del mundo Lionel Messi ayudó este viernes a Argentina a avanzar a semifinales de la Copa América con pases precisos en la victoria por 2-0 sobre Venezuela y en su regreso al Maracaná, el estadio en el que vivió la mayor pesadilla de su carrera.
La victoria, que colocó a Argentina y Brasil frente a frente en la semifinal de la Copa América del próximo martes en Belo Horizonte, sirvió como una balsámica reconciliación del mayor astro argentino con el estadio en el que dejó escapar el ansiado título mundial que tanto hace falta en su currículo.
Messi, bastante discreto y que no llegó a mostrar sus genialidades, actuó por tercera vez en su carrera en el mayor templo del fútbol brasileño, en el que le anotó un gol a Bosnia en el Mundial de Brasil 2014 (2-1) y del que salió hace cinco años de manos vacías en la disputa por el título mundial contra Alemania.
El jugador del Barcelona, el más ovacionado y aplaudido al ser anunciado por los altavoces del Maracaná, fue observado desde las tribunas por su familia, incluyendo sus dos hijos, y contó desde el principio con el apoyo incondicional de los hinchas argentinos, que llenaron el legendario estadio carioca.
De los 23 convocados por Argentina para la Copa América, solo tres disputaron el fatídico partido del 13 de julio de 2014 en el Maracaná en el que Alemania frustró el sueño de los argentinos de alcanzar su tercer título mundial.
Además de Messi y de Sergio Agüero, también alineado desde el principio este viernes, el otro con malos recuerdos del Maracaná era Ángel di María, que entró en el segundo tiempo.
"No escuché a nadie hablar sobre eso aquí. Fueron pocos los que estuvieron en esa final. Lógicamente es un mal recuerdo y el que estuvo aquí lo tendrá, pero nadie habló de eso aquí", afirmó el seleccionador argentino, Lionel Scaloni, al ser interrogado la víspera sobre si los argentinos habían superado ese fantasma.
Messi regresó al Maracaná de nuevo con todo el peso en su espalda de una Argentina que tuvo dificultades para clasificar a cuartos de final y que es excesivamente dependiente de su astro, y con la presión de los hinchas por títulos que no conquistan hace muchos años.
En los primeros minutos, el jugador del Barcelona fue bastante discreto y poco corrió en la cancha pero quedó claro desde el comienzo que sería el responsable por cualquier tiro de esquina o tiro libre de Argentina.
La primera intervención en que fue aplaudido por la mayoritaria hinchada argentina en el Maracaná fue en el minuto 3, cuando cobró un tiro de esquina desde la derecha y, tras un rechazo, corrió al área para seguir la jugada.
Así como en los partidos de la fase de grupos, Messi jugó un poco atrás de Agüero y de Lautaro Martínez, lo que le dio más libertad para moverse y prácticamente sin obligación de regresar para ayudar a marcar.
El gol con que Lautaro Martínez abrió el marcador para Argentina comenzó precisamente con un tiro de esquina cobrado por Messi por la izquierda y que el capitán argentino colocó atrás para alcanzar a un Agüero desmarcado. Martínez aprovechó el rebote y anotó con un lujoso taquito.
Un minuto después fue Messi el que recibió el pase y disparó pero sin puntería.
En dos ocasiones en que fue accionado desde atrás, el jugador del Barcelona invadió el área pero sus disparos chocaron con zagueros venezolanos e insistió infructuosamente en pedir penaltis.
Pero con el correr del primer tiempo, Messi, pese a que se mantuvo discreto en la cancha, mostró a los pocos destellos de las calidades que lo han convertido varias vences en el mejor del mundo y comenzó a distribuir balones a compañeros bien colocados, a mover el ataque argentino y a intentar sus propios disparos al arco.
Un globo dentro del área que obligó a Fariñez a salir a las carreras para impedir un cabeceo argentino dentro del área y un pase que dejó a Acuña solo dentro del área destacaron entre las jugadas creadas por el camisa diez y que Argentina desperdició.
En el segundo tiempo, además de seguir abasteciendo a Agüero y Martínez de ocasiones de peligro, robó balones en el centro de la cancha y siguió siendo la referencia de Argentina.
Incluso cuando Venezuela más presionaba por el empate, regresó para ayudar a marcar y a intentar robar balones y comenzar jugadas desde abajo.
Pese a que no participó en la jugada del segundo gol argentino (Lo Celso), Messi fue el que comenzó a retener el balón en el ataque cuando Venezuela más presionaba y tranquilizó a los argentinos en momentos en que los de Dudamel presionaban por el empate.
El referente, único del trío ofensivo argentino que permaneció los 90 minutos en la cancha, protagonizó otra grande jugada faltando 5 minutos para el final en la que llegó al final de la línea y le devolvió el balón a Di María, que no consiguió patear.
Al final se despidió en blanco, sin brillar mucho, pero con el aporte suficiente para colocar a Argentina en semifinales.