La crisis del coronavirus frenó en seco el desarrollo de la competición justo antes de entrar en el momento decisivo de la temporada, a orillas del tercio final del curso, cuando habitualmente se define el éxito o fracaso de cada uno de los torneos. La actualidad se para. Los fichajes aparecen en el horizonte.
La maquinaria se estancó. Los jugadores, técnicos, árbitros y dirigentes se refugiaron en sus domicilios. Como todos. A la espera de una solución y de un futuro, aún indeciso.
Las especulaciones en torno a los efectos del virus, las cábalas acerca del regreso, las suposiciones y cálculos y los augurios, pesimistas, moderados y también algo optimistas invadieron los 'días después' del inicio del confinamiento general, una medida a la que se tuvieron que sumar paulatina y progresivamente, en mayor o menor medida, un país tras otro del mundo.
La reclusión se ha convertido en rutina y lo que al principio del encierro era llamativo y excepcional es, casi dos meses después, hábito y costumbre.
Aún así, mientras se acentúan los cálculos sobre la reposición del espectáculo, sobre los avances de una vacuna milagro o de la proliferación de test, se multiplican también las suposiciones en torno a la composición de las plantillas y al porvenir de los jugadores. Nada está claro. El devenir de la maquinaria futbolística es tan difuso como el misterio alrededor del virus. Solo hay cierto consenso en las secuelas que dejará la pandemia y que habrá futuro.
Y es en el mañana en donde se sostiene la esperanza, la vuelta a la normalidad y los alicientes. Por eso, las habladurías sobre adquisiciones, cesiones, renovaciones y traspasos se han adelantado en el tiempo y han tomado cuerpo en esta etapa de reclusión por delante. Eran en su día serpientes de verano. Son hoy fichajes de clausura.
Los grandes nombres del fútbol internacional copan portadas. Rostros ilustres, personajes reputados y estrellas por venir animan la apuesta de un futuro aún por definir pero a buen seguro oscuro.
Una gran crisis económica se avecina. Los jugadores asumen rebajas de salario, los clubes ajustan sus cálculos, establecen ERTE, los despidos se avecinan y las entidades admiten que habrá cuantiosas pérdidas en su balance final.
Un cambio de escenario se aventura. También en el fútbol. Nada será como antes. Aún así, día tras día surgen nombres como piezas a encajar en un rompecabezas. En plantillas por configurar.
No se disipa el presente pero se hurga en el mañana. El mercadeo se ha adelantado llamativamente. La falta de actividad en los equipos, el desierto en las ligas y el vacío en los recintos ha apresurado para estos días de confinamiento el vaivén de nombres y ha disparado el rumor.
La advertencia de Javier Tebas no ha logrado frenar las especulaciones. El presidente de LaLiga alertó del paisaje que aguarda al fútbol a corto plazo y recomendó a los clubes dejar de lado los fichajes de relumbrón y recurrir a los cedidos a otros equipos y a los futbolistas de cada cantera.
Aún así asoman nombres habituales, viejas y eternas pretensiones de los grandes equipos que forman parte del escaparate de cada período de contrataciones.
A la insistencia del Barcelona por Neymar se ha unido el antojo por el delantero argentino del Inter Lautaro Martínez. A pesar de estar en medio de un ERTE, de reducir notablemente los sueldos y de arrastrar una crítica situación económica en los últimos años, no aparca el interés por piezas cotizadas. Seguramente de un alto coste.
El entorno azulgrana pasa por alto el desolador panorama que la sociedad contempla y maneja una perspectiva distante de los augurios de los expertos.
Al enésimo presunto intento futuro por Neymar y el gusto por Lautaro se han sumado recientemente los tanteos por el argentino del San Lorenzo Adolfo Gaich o por el centrocampista del Brescia Sandro Tonali. En el aire queda la situación de Philipe Coutinho, un jugador de alto coste que tuvo que ser cedido al Bayern Múnich y que mantiene un buen cartel en el Viejo Continente aunque por un montante muy dispar al que abonó en su día la entidad que preside Josep Maria Bartomeu.
El francés Kylian Mbappe es el sueño del Real Madrid. Reacio a renovar con el París Saint Germain, un club contrario a negociar y también a ceder en cuestión de sus estrellas, sigue tan distante como antes del conjunto de Zinedine Zidane, que confía en el paso del tiempo y en que la estrella gala no alargue la vinculación que le ata al campeón francés hasta junio del 2022.
El último detalle que acerca el fichaje de Mbappé al Real Madrid https://t.co/6IDq2CF2AL
— ElDesmarque Real Madrid (@DMQRealMadrid) April 25, 2020
Mientras las especulaciones sobre el Real Madrid del mañana insisten con Paul Pogba, en sus horas más bajas en el Manchester United y con insistencia en el noruego Erling Haaland, ahora en el Borussia Dortmund, donde ha rendido bien el defensa marroquí Achraf Hakimi, propiedad blanca.
El internacional español Fabián Ruiz, ahora en el Nápoles y el holandés del Ajax Donny Van de Beek son pretendidos por el cuadro blanco, donde ha cobrado fuerza la perla francesa del Rennes Eduardo Camavinga, habitual entre los rumores de los últimos días.
Igual que el austríaco del Bayern Múnich David Alaba como refuerzo para la zaga del equipo de Zinedine Zidane, al que se ha sumado recientemente el joven zaguero del Leipzig Dayot Upamecano, defensa central.
En pleno efecto dominó, el club alemán, revelación de la competición germana, se postula como recambio el francés Tanguy Kouassi, de 17 años y que no ha querido renovar por ahora con el París Saint Germain.
Del campeón galo saldrá el uruguayo Edinson Cavani, que termina contrato. El goleador sudamericano apunta al nuevo proyecto del Newcastle, que amenaza la estabilidad de la Premier. El apoyo financiero de inversores de Arabia Saudí advierte con una revolución y un impulso al club de 'las urracas' que tantea al técnico Mauricio Pochettino, al español David Silva e, incluso, Gareth Bale.
Mauro Icardi, cedido por el Inter al París Saint Germain, será uno de los jugadores más pretendidos del próximo mercado. Igual que el alemán Timo Werner, que dejará el Leipzig y al que quieren casi todos los grandes del fútbol europeo y por el que puja con insistencia el Bayern Múnich, que aún mantiene diferencias con su portero Manuel Neuer.
Recientemente el centrocampista Thomas Partey es del gusto del Arsenal de Mikel Arteta, mientras el lateral Marcos Alonso, del Chelsea, es seguido por el Inter.
En cualquier caso, nombres; reclamos todos ellos, que han agitado, y agitarán, los cálculos y las especulaciones. En los días recientes de confinamiento y que lo harán, también, en los que faltan por llegar.
Bailarán los objetivos y oscilarán las cifras. Los clubes no pueden parar sus proyectos, los planes de futuro. Pero ha cambiado la dimensión. Un nuevo escenario económico se abre. La industria, como las demás, está amenazada.
Todo será distinto y las operaciones imposibles, las que van más allá del centenar de millones de euros caerán en el olvido. No habrá, a corto plazo, récords de traspasos. Cifras mareantes y topes máximos como el que fijó en su día el París Saint Germain con los 222 millones de Neymar, como antes lo fueron los 10.000 millones de pesetas que abonó en su día el Real Madrid por Luis Figo.
Ya nada será como aquello. No será igual.