España ganó ante República Checa el cuarto partido de la fase de grupos de la Nations League. Los goles de Carlos Soler y Pablo Sarabia bastaron al combinado rojigualdo para hacer felices a los aficionados que llenaron hasta la bandera La Rosaleda, que estaba ávida de goles y de fútbol tras la ardua temporada de su equipo. Disfrutó, disfrutó mucho. Y eso que los de Luis Enrique no sacaron a relucir su mejor versión. La Roja, además, se pone líder del Grupo A2 tras la derrota de Portugal ante Suiza.
Los cambios irrumpieron con fuerza. Luis Enrique introdujo hasta ocho nombres distintos a los titulares ante Suiza el pasado jueves, toda una revolución. Salieron con ímpetu, con ganas de vivir esta fiesta de La Rosaleda, de sumar una victoria que les permitiera irse de vacaciones con la tranquilidad del trabajo bien hecho y, de paso, resarcirse ante los checos.
La primera oportunidad la tuvo Morata con un remate demasiado flojo que se marchó desviado. Pero tuvieron que bajar un poco las revoluciones porque los checos sacaron las garras ante un Unai Simón que se hizo grande, enorme. Primero ante Cerny y segundos después ante Kuchta para sacar desviado su disparo a córner y, en el saque, volver a lucirse para evitar que un balón suelto en el área acabara dentro de su portería.
Espabiló rápido el combinado español. Sabían que anotar primero podía ser sinónimo de buen resultado final y entre Asensio y Carlos Soler se pusieron manos a la obra. Un precioso control y un pase finísimo del balear acabaron con un auténtico golazo del jugador del Valencia que puso en pie a toda La Rosaleda.
A la nada, Asensio caía derribado por el portero Mandous en el área y pedía penalti. Aunque el colegiado Cüneyt Çakir no lo dio por válido, esto no fue óbice para que siguiera buscando sin descanso a Soler. Con un genial pase lo dejó solo ante el meta, pero en esta ocasión no midió bien y se le fue el pie en el remate.
España seguía atacando, intentando hacer el segundo antes del descanso y descartando toda idea de quedarse encerrada atrás amarrando el resultado. Si bien es cierto que esto proporcionaba a los checos la oportunidad de robar la pelota y salir a la contra, las llegadas no estaban siendo fructíferas.
La segunda mitad dio comienzo con la tónica del final de la primera: con las revoluciones al mínimo. Cometió un gran fallo Carvajal que a punto estuvo de costar un disgusto. Por suerte, el disparo de Pesek se marchó por encima del larguero.
Arrancó en aplausos el público de este encuentro cuando Luis Enrique decidió dar paso a Gavi, que entró junto a Ferran Torres por Morata y Soler. El jugador del Barça tuvo en sus botas el segundo gol de la noche a los pocos segundos de saltar al césped, pero su disparo, demasiado centrado, se fue directo a las manos de Mandous.
Fue perdiendo fuelle España conforme pasaban los minutos, dejando atrás la sensación de ir a por el segundo tanto. Las gradas de La Rosaleda continuaban rugiendo, tratando de empujar a los suyos. Muy relajados los de Luis Enrique, estaban concediendo mucho la pelota a unos checos que pretendían aprovechar la más mínima oportunidad para aferrarse al partido.
Pero se encendió una chispa y se prendió una llama. El estadio malacitano volvió a ponerse en pie para cantar un gol, en esta ocasión de Sarabia, tras una jugada que inició Gavi con una de sus maravillas, la dejó para Dani Olmo, este a Ferran que centró y encontró al atacante madrileño en el segundo palo. Júbilo de nuevo en las gradas y también en el césped, donde celebraron el tanto con ganas.
Y con esa última alegría quedó prácticamente sentenciado el partido. Un par de aproximaciones más, defensa férrea para evitar que la República Checa acortara distancias y esperar al pitido final.