El fallecimiento de Raphael Dwamena ha marcado la actualidad deportiva en las últimas horas. El futbolista cayó desplomado en un encuentro disputado en Albania el pasado sábado. Desde que se conoció la noticia, las muestras de cariño desde el mundo del fútbol no pararon de sucederse. Dwamena amaba el fútbol, como reconoció públicamente en más de una ocasión. Una pasión que acabó costándole la vida.
Y es que el Raphael ya había sufrido episodios similares, lo que provocó que le insertasen un desfibrilador (DAI), aunque posteriormente decidió quitárselo por voluntad propia. A través de una extensa carta publicada en Heraldo de Aragón, su cardiólogo en Zaragoza, el doctor Antonio Asso ha querido recordar a Dwamena.
Asso reconoció que desaconsejaron a Dwamena seguir jugando al fútbol: "El registro era inequívoco sobre la relación de sus síntomas con unas graves arritmias ventriculares que se producían durante los partidos de fútbol. Antes de comenzar a explicarle los hallazgos fui consciente de la trascendencia que mis palabras tendrían sobre este joven atleta africano -por aquel entonces en la élite económica y profesional- cuyo futuro como futbolista se desvanecía. Logramos convencerle de la imperiosa necesidad de implantarle un desfibrilador para al menos garantizarle la vida, a la par que desaconsejamos la práctica profesional deportiva. Insistí en que, según fuera evolucionando la enfermedad, en algún momento podríamos abordar el origen de la arritmia mediante alguna intervención de ablación, pero eso requería que se mantuviera vivo, y para ello era imprescindible el desfibrilador".
El doctor recuerda al futbolista como un gran chico: "Raphael era un gran chico, noble y de mirada limpia, sin aires de estrella. Depositó en nosotros toda su confianza, y tras implantarle el desfibrilador marchó fuera de España. A veces me solicitaba algún consejo puntual que yo respondía de buen grado, aunque era consciente que no escuchaba. Estaba empeñado en seguir su carrera profesional por encima de todo y acabé perdiendo la esperanza de influir en él".
Antonio Asso afirmó que ese desfibrilador ya le había salvado la vida en una ocasión: "Hace un par de años me comunicaron que el desfibrilador le había salvado la vida al presentar una arritmia maligna que había sido correctamente tratada de forma automática por el dispositivo. Posteriormente habíamos perdido el contacto. Hace un año supe por la prensa que había solicitado la retirada del desfibrilador implantado por nosotros y que finalmente se le había explantado (creo que en Suiza). Era ya tarde, su decisión era irrevocable y ponía toda su responsabilidad en sí mismo y en la voluntad del Dios en que creía. Desde ese momento, fui consciente de que un día sucedería la tragedia que el sábado se ha consumado en un campo de futbol de Albania".
El cardiólogo finalizó dejando claro que, de no haberse quitado el desfibrilador, Dwamena seguiría vivo: "Ha fallecido como consecuencia de una respetable decisión personal, pero si no se hubiese explantado el desfibrilador Raphael seguiría vivo. Añade también que: "año tras año, los avances tecnológicos ponen en nuestras manos nuevas herramientas para tratar mejor los graves problemas arrítmicos que padecía, y cabe especular -para el creyente- que esas técnicas son servidas por ese mismo Dios en el que Dwamena firmemente creía. Es el final de una triste y previsible historia".