Este lunes llegó una noticia que removió a la sociedad y, más especialmente, al mundo del fútbol. El Estado Islámico lanzó una amenaza a los estadios en los que se disputa un partido de la ida de los cuartos de final de la Champions League. Una situación que cambia la felicidad y las ganas de que lleguen estos encuentros a un semblante de duda y de incertidumbre. Especialmente de cara a una fase que se esperaba con mucha ilusión por varios de los partidos que se disputan. Un suceso que se espera que no llegue a suceder como otros que, desgraciadamente, sí tuvieron lugar y que tiñeron momentos muy especiales, no solo del mundo del fútbol sino del deporte.
El primero que se recuerda, con el Estado Islámico como responsable, tuvo lugar en el Atentado en el metro de Londres que sucedió el 7 de julio de 2005. Un día después de que la capital de Inglaterra recibiera la gran noticia de que iba a ser la elegida para organizar los Juegos Olímpicos de 2012. Cuatro explosiones paralizaron el sistema de transporte de la ciudad londinense, provocando 700 heridos y 52 muertos. Un golpe duro a una sociedad que recordaba de esta manera los atentados que sufrió Madrid un año antes.
El 15 de abril de 2013 tuvo lugar un atentado antes de la línea de meta del maratón de Boston. Dos artefactos explosivos de fabricación casera causaron la muerte de tres personas y dejaron heridas a otras 282. Una serie de explosiones que llevaron a que el partido que se jugaría entre los Boston Celtics y los Indiana Pacers quedara suspendido.
El 13 de noviembre de 2015 tuvieron lugar varios ataques suicidas islamistas en París en los que murieron 131 personas y otras 415 resultaron heridas. Entre los lugares donde se atentó fueron los alrededores del Estadio de Francia, durante la disputa del partido entre Francia y Alemania. También tuvo lugar la toma de rehenes y el tiroteo en la sala de conciertos Bataclan. Fue considerada la peor masacre sucedida en terreno galo desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
Algo más de un año más tarde, el 11 de abril de 2017 fue la fecha en la que el Borussia Dortmund fue víctima de la explosión de tres dispositivos situados en un seto que detonaron al paso del autobús del club en dirección al Westfalenstadion. El conjunto alemán se desplazaba de cara a la disputa de cuartos de final de Champions ante el Mónaco. Un atentado en el que quedó herido el futbolista Marc Bartra en su muñeca izquierda tras fracturarse el brazo. El partido quedó suspendido y se jugó un día después.
Un ataque terrorista el pasado 16 de octubre en la previa del Bélgica-Suecia hizo que el duelo se suspendiera al descanso. Dos seguidores suecos fueron asesinados y un tercero sufrió heridas. Tras lo sucedido, el ministro sueco Ulf Kristersson instó a la Unión Europea a reforzar los controles fronterizos y la seguridad interna.
Unos meses más tarde, el Estado Islámico ha hecho su aparición con la amenaza de un atentado en alguno de los estadios que vivirá un partido en la ida de los cuartos de final de la Champions League. Una señal que baja la euforia y la felicidad ante un evento tan importante en el mundo del fútbol, ante el peligro de una nueva noticia en la que el deporte queda en un segundo plano.
No pasa nada, a ver si se atreven a amenazar a los toros, ivan a ver cómo se las gastan los aficionados a los toros.