Un amplio sector del público ha reclamado con vehemencia la salida de Fernando Llorente del equipo bilbaíno en el mercado de invierno. El 30 de junio se les antoja una fecha demasiado lejana, teniendo en cuenta que el delantero ya ha expresado que no quiere prolongar más su carrera como león. La diferencia en el comportamiento de los aficionados ha sido lo que ha creado la división. Una importante brecha.
Y es que la pitada que seguía al nombre del ariete cuando se recitaban las alineaciones por megafonía fue casi unánime. A la afición no le habían gustado nada sus declaraciones, en las que esgrimía la falta de apoyo de la hinchada como uno de los argumentos principales para su adiós. Así se lo hacían saber. También se podía leer antes del pitido inicial una pancarta: "Llorente, vete ya!". La discordia se producía a partir del momento en que sonaba el pitido inicial.
Muchos optaban por dejarle jugar. E incluso aplaudirle cuando protagonizaba alguna opción destacada. Lo que siempre ha hecho el público de San Mamés. Estar a muerte con su equipo, y con quienes defienden su escudo, mientras la pelota esté en movimiento, entendiendo que hay otros momentos para expresar sus opiniones extradeportivas. Pero otros muchos, más que en otras ocasiones, se decantaban por pitar al ariete cada vez que tocaba el balón. Incluso cuando se acercaba para presionar en un intento de fabricar ocasiones para los leones. La sensación era que no querían ni siquiera los goles del delantero internacional. Aunque fueran para el Athletic.
Más reducido se quedaba este grupo en los cánticos. "Sin mercenarios", "Athletic gu gara", "Llorente no es del Athletic", "Y Llorente, ¿qué?, "Urrutia, entzun, Llorente kanpora". No dejaron de entonarlos en todo el partido. Al principio sin respuesta. Pero el resto de la hinchada fue cansándose con el avance del reloj. Preferían centrarse en el partido. Y empezaron a acallarlos con más pitos. Especialmente en la segunda parte, cuando el ariete ni siquiera estaba en el campo. Puede que muchos estuvieran de acuerdo en el fondo de estos mensajes, pero desde luego no en las formas. La fractura entre los aficionados era evidente. Tanto como la que separa a la grada del delantero. La situación empieza a ser insostenible.