No sabemos si Marcelo Bielsa pondrá este triunfo entre los que se merecían o no, pero lo cierto es que fue tan importante y festejado como para salir casi a bañarse en invierno a la fuente de la plaza Moyua. Se jugó mal, incluso fatal en una primera parte en la que Gorka demostró que es el portero titular para salvar al equipo, pero ahora solo importaba ganar. Las cosas del fútbol, Osasuna fue mejor pero hoy fueron los leones quienes vieron la cara amable de la victoria. Justa o no, se rezaba casi por ella. Tres puntos como tres soles ya que la imagen del equipo ha sido muy floja, sin posesión ni pegada, así que resulta casi milagroso pensar que se ha dejado la puerta a cero. Algo que se ha logrado en las dos citas con los navarros. Y es que por algo este campo, el viejo Sadar es el que mejor se da a los vizcaínos lejos de casa. Que alivio, amatxo, que alivio.
Y es que no teníamos a mano un medidor de la tensión para poder reflejar a ciencia cierta el stress con que la afición del Athletic encaraba esta visita a Iruñea, pero seguro que estaría como para romper la aguja. Ni la situación ni la semanita con los aires que 'Corres' por Bilbao permitían evadirse de un presente durísimo, que el verde de la camiseta suplente de los leones trataba de exorcizar este sábado en el Viejo Reyno.
Como esperábamos el choque (nunca mejor dicho) empezaba con una brega por cada balón que ni la que hubo por cada calle de Stalingrado, y, pareció que cierto control bilbaíno. Pero aún así es que este equipo (que tampoco tuvo posesión) atrás iba a sufrir igual que siempre en un nefasto primer tiempo. De hecho el renacido Iraizoz tuvo que salvar dos balones muy comprometidos a Kike Sola y Miguel Flaño a apenas cuatro minutos de empezar a jugarse.
Fueron dos chispazos pero que cambiaron radicalmente los papeles. Permitieron a los de Mendilibar decidirse a achuchar en serio a unos leones que palidecieron y rezaban para que no hubiera balones parados cerca de su área. Menos mal que cuando en el 23' el fichable Sola marcaba era en claro fuera de juego, y que en el minuto 25' Gorka sacó otra en la línea de gol en plan circense de una palmotada.
Mal atrás y cuando se tenía el balón se erraba en las combinaciones lo que impedía que el centro del campo bilbaíno tuviera peso ni pusiera un solo balón jugable para los de arriba. Aduriz se limitaba a presionar o a tratar de resolver en solitario en total inferioridad.
Un primer periodo que empezó a parecerse a la caída del imperio romano. Con un triste remate fuera de Aritz (con todo a su favor) y las paradas de Iraizoz o la arrancada final de Laporte únicamente que destacar, pero que no ocultaban a un equipo pusilánime y totalmente a merced de los navarros. El 0-0 al descanso, no en Old Trafford sino en El Sadar, fue como para celebrarlo tomándose una botella de txakoli brindando con la cuadrilla. De pena lo visto, la verdad.
A la vuelta se estabilizaba la situación pero más bien porque se taponó las vías navarras, porque Herrera seguía sin oler un balón y otros como De Marcos debieron quedar hechizados el día que el mago Oliver visitó Lezama. Fernando LLorente saltaba en el 60' para coger el relevo de Aduriz y tratar de aprovechar los balones colgados en el estrecho césped del Reyno, porque combinando por dentro no hubo manera de entrar. Y pronto llegó la luz, aunque el que la trajo fue Markel Susaeta que empalmaba perfectamente a la red ante la siesta de Damia un gran pase con el exterior de Ibai.
La salida de una doble baza ofensiva por parte de Mendilibar, a por todas estando por debajo en el marcador, hizo a Bielsa reaccionar y sacar a Ekiza pasando a jugar el Athletic con tres centrales, opción que solo contempla ante la amenaza de dos puntas. Lo cierto es que la diferente propuesta tuvo su reflejo en la carga de Osasuna sobre el marco de un Iraizoz que incluso recurrió a perder tiempo a lo Caparrós viendo por ello una amarilla. Se sufrió de lo lindo, como un honesto lo haría en unas elecciones políticas, para mantener la portería inmaculada pero se logró. Y con ello el sabor de una victoria pocas veces más necesaria. ¡Aleluya!