El eibartarra, según confiesa en declaraciones a Deia, está "muy contento" de celebrar su encuentro número 300 en "solo siete temporadas". Ya son 17 en Lezama, contando su formación desde alevines. "Fui año a año, sin obsesionarme con nada. Nunca me subieron de categoría ni me quedé anclado en una. Después de los siete en el primer equipo, son ya 17 los años que llevo en el Athletic y sigo con la misma ilusión del primer día", asegura.
En el primer equipo también ha cubierto todas las etapas. La de la irrupción, de la mano de Caparrós, el salto de calidad experimientado con Bielsa y la consagración definitiva como un peso pesado del equipo a las órdenes de Valverde. "Caparrós cogió un equipo que venía de dos años complicados e hizo un gran trabajo; de Bielsa qué voy a decir, hasta que llegó al Athletic yo nunca había jugado tan bien colectivamente; y ahora con Valverde también estamos muy a gusto, porque es un entrenador exigente que sabe sacar lo mejor de cada futbolista", refleja.
A nivel individual, poco más puede pedir. Es uno de los grandes referentes del equipo en estos últimos años. Prefiere fijar metas colectivas: "He jugado una final de la Europa League y dos de Copa, pero poder jugar la Champions con el Athletic supondría cumplir otro sueño. Aun así, aún me quedaría ganar un título al que todos esperamos poder aspirar a corto plazo".