Tras la fuga de Valverde a Barcelona, antes, al mismo tiempo o de inmediato, Ziganda tuvo un sueño. Al despertar, se vio en la sala principal del palacio de Ibaigane. Junto a su presidente, Josu Urrutia, sonrientes ambos, estrechadas sus manos de seguido a que el 'ariete' del valle de Ultzama estampara su firma en un contrato que le convertía en el entrenador del Athletic Club. A no mucho tardar, ¡qué veloz corres, tiempo, cabronazo!, Cuco se quedó roque en un amago de siesta, esas dormidas que tan mal sientan por estas tierras. Pesadilla en Ibaigane.
Al recuperar la consciencia, en el primer partido que tocaba, San Mamés asistió horrorizado a la contemplación de un insecto indefinible, repugnante en todo caso, que se movía torpe y lento con sus formas cóncavas y sus patas diminutas. Y he aquí que lo que la familia del Athletic veía no era lo mismo que creía ver, o decía que veía, el inquilino del banquillo. Intentando explicar lo inexplicable, convencer de que la nieve era calor, y el fuego, frío, las jornadas se fueron consumiendo mientras en la chapa se metía eskarabilla y txirlora a cambio de un carbón y una madera resinosa que nunca le habían sido arrebatadas a la madre tierra de la 'Bizkaia maite' en música adorada por el afamado bardo de Orio.
Como en la novela de Franz Kafka, a la familia del Athletic, por mucho amor que le profesara a su pariente más querido, no le hizo ni pizca de gracia que el brazalete de capitán lo luciera un comerciante de telas llamado Gregorio Samsa, que, para más inri, había mutado en una cucaracha repugnante que, desquiciada, terminaría subiéndose por las paredes de los palcos vip que rodean en anillo la sagrada Catedral. Era un monstruo el Athletic, pero, qué caramba, era nuestro monstruo, y con el peso de su realismo espantoso nos tocaba cargar, socios y socias, peñistas de todo tiempo y lugar.
Tan repugnante resultaba todo, que se llegó a decir en asamblea: ¡cómo si el mismísimo bienio negro se estuviera reeditando! Y cuando todo parecía perdido, aprovechando un cambio de turno, en la suerte de los relevos, como de la noche al día, del calor de Lezama al frío de Moscú, la liga aparcada, tocaba la Europa League. ¡Tócala otra vez!, le dijo Ziganda a su discípulo más amado, que no era otro que Aritz Aduriz, más sabe el 'Zorro' por viejo que por zorro, astuto espadachín que le plantea a su maestro: "A muchos grados bajo cero jugaremos en el estadio del Spartak". "Eso pronostica la meteorología, sí", le apuntó Cuco Ziganda, añadiendo el entrenador, "¿se te ocurre algo, sabio de 'lo Antiguo'?. "Para empezar, sí, algo que suena a chiste pero que no me lo pudo callar, no en vano llevo 37 años a la espera de soltar lo que te cuento".
Transformación en Moscú. El Athletic se convirtió en León porque Ziganda así lo había soñado en las sesiones más dulces de las mañanas de Lezama. Ver para creer. Metida en la bolsa de la basura tanta 'Zarama' como acaparaban las cortas patas del insecto de Fran Kafka, Ziganda agitó su bufanda. Y en el lúdico escenario de los viejos espartanos se fueron desparramando los leones con su fútbol singular y su esencia más aleonada. Apto para todos los públicos. Sin rombos. Un rectángulo tan verde como luminoso.
Al otro lado del televisor, cada cual vio lo que pudo y quería imaginar, pero todos terminaríamos cantando, ¡Transformación!, como en la 'Ola de Sondika', como en el 'Azkena Rock' de Vitoria-Gasteiz que aún no se ha celebrado pero ya todos festejan, ¡festejamos!, Doctor Deseo, Francis es la voz, "Las Leonas, al poder", tocaba y tocó, se hizo justicia con las chicas de Joseba Agirre en este bendito ElDesmarque Bizkaia, del mismo modo que ahora, si se pretende ser honesto, se debe ser con este Athletic camaleonico que mucho sabía, hasta el hartazgo, de un insecto asqueroso, repugnante, que mucho sabe ahora de ese fiero animal que siempre había sido y por causas que del entendimiento humano se escapan ha vuelto a ser, en un escenario que ni los más optimistas, cosas de estar dormido y de repente despertar, del sueño a la pesadilla, del horror a la poesía.
Yeray, el fulgor del renacido; Iturraspe, de la nada de San Mamés y Las Palmas, de su irritante desidia, a un fulgor que no encontraba lo suyo sino en lo excelso del loco rosarino; 'Rulo' y su tiralíneas con el que dibujó el primer tanto de Aduriz, el 'Inmortal', el pecoso Peter Pan, Wendy, donde estás, y el segundo que te encajo; y hasta el mismísimo Mikel Rico, el 'tragallamas de Arrigorriaga', endógeno fuego que le sirve para combatir a los enemigos que vinieron del frío buscando calor a orillas del Mediterráneo y se quedaron helados, liderados por su italiano entrenador, sobre la hierba caliente de un estadio embriagador.
El Athletic se dio un banquete. La pesadilla: la metamorfosis convirtió a Gregorio Samsa, comerciante de telas el pobre, en un insecto que ni su propia familia aceptó. El sueño: la 'Transformación' acaecida en Moscú nos ha devuelto al León de San Mames, al de Pitxitxi y Zarra. O, como escribe mi compañero Asís Martin, al del 'Zar', el Zar de Moscú, gure 'Zar', gure Zarra, gure Za-ha-rra. Pronto, dentro de un año, cumplirá los 38, Aduriz, Aritz, ¡Hey: sólo pienso en ti!
Por Luis María Pérez, 'Kuitxi', exfutbolista y periodista