Nunca, como en esta ocasión, más en desacuerdo con mi querido compañero Asís Martín. Nunca esta 'contra crónica' tan antagónica con respecto a esa crónica suya que de forma tan hábil como vertiginosa escribe de seguido a que el árbitro empiece a levantar sus brazos como gesto que acompaña al pitido final. Y es que el fútbol tiene estas cosas: genera polémica, tantas voces como aficionados, tantas opiniones como videntes, ya en en un decrépito San Mames, ya en los bares, ya en los hogares, y hasta en un hostal llamado FLAT5 de la calle San Bernardo.
Todo empezó cuando la primera mitad miraba ya hacía a el túnel de vestuarios. Dos faltas calcadas. Similares. Casi idénticas. Así en el lugar donde la espuma del 'espray' que porta el colegiado en su cintura dibujaba un cuarto de luna. Así en el futbolista que se ofrecía para el golpeo. Y, sobre todo, en lo que afecta al comportamiento del portero del Athletic Club.
Arrizabalaga, que no "Kepa" ("El apellido del padre", como decía Urbano Anda), un arquero que del mismo modo que en el Santiago Bernabéu hizo (porque la historia se lo demandaba) el partido de su vida con 'su equipo' ante el que, son legión los que lo sostienen, "deberia haber sido su equipo de no haberse mancado en uno de sus pies" en los días calientes del frío mercado de invierno, como frente al Real Madrid lo bordó, se quería decir, ante el Levante, con su desacierto, estuvo llamativamente desafortunado... Mi compañero carga contra el entramado defensivo de la barrera. Al mismo tiempo que ensalza al 'disparador', lo asciende a los cielos, allí donde habita Leo, Messi le abre las puertas al "macedonio de origen albanés", Bienvenido a la gloria, Enis Bardhi, vaya dos golazos los tuyos, anda, siéntate, y tomemos un mate mientras me cuentas cómo lo hiciste"... ¿Cómo?... yo te explico, zurdo argentino... Corría el 41 cuando el tiempo se detuvo. Poca carrera había que tomar pues la distancia era corta. Evitó el esférico las cabezas. Y a partir de ahí, la deficiente colocación de un portero que pisaba la línea de gol con sus tacos. Sobre la cal se ha dicho. De tal forma que cuando activó su brazo derecho se vio forzado a introducir la mano del mismo brazo dentro de la portería con el fin de hacer palanca. Y claro, con el brazo inmerso en tierra de gol, imposible evitar lo que estaba cantado.
¿Bardhi?... No, de ninguna manera. Burdo. O sea, imperfecto, tosco, basto, grosero. Error de bulto. Arrizabalaga: ze urrun... Santiago Bernabéu eta palkoan dauden Florentino jauna... eta enparauak!... Ya lo dijo él mismo: "Nunca había jugado en este escenario"; sin duda que motiva, añade uno. Dos minutos más tarde, la misma historia. Se trataba ahora de comprobar hasta qué punto había aprendido Arrizabalaga la lección. "Ante lanzadores como éste , hay que prestar mucha atención", habría de declarar finalizado el partido. Bardhi calcó los mecanismos. Para qué cambiar, verdad, si con un disparo tan cantado me había tocado la lotería. Y resultó que, renegando de su gesto anterior por creerlo defectuoso, Arrizabalaga optó por la inacción. Sale el balón de la bota en vuelo. Viaja por el aire. Corto recorrido. Barrera evitada. Y el portero (¿cuánto pediste, Arrizabalaga?), como si no quisiera ser tachado de 'burdo' en su gesto técnico por segunda vez en el plazo de dos minutos, sacó el móvil de un escondite ignoto y retrató el gol como si fuera un espectador de lujo. "Hacer la estatua", le llaman a lo que el acaba de hacer. También surge la pregunta: Qué tipo de ganancia le aporta un portero a su equipo quedándose totalmente quieto, que no inquieto, curiosidad sí mostró, basta reparar en sus ojos, cómo miran, cómo observan la fragua del segundo gol del Levante, como si... "Ya, ya, ya lo decía: ya lo decía yo, que había que prestar mucha atención cuando Bardhi entrara en escena".
Por Luis María Pérez, Kuitxi. Periodista y exfutbolista del Portugalete