El extremo de la Real Sociedad Mikel Oyarzabal sigue siendo uno de los objetos del deseo del Athletic Club desde ya la pasada temporada. Este sábado, en el derbi de la honra (vienen de perder ante Málaga y Levante), el morbo está servido con Iñigo Martínez y los billetes falsos de 10 euros que se pretenden lanzar en su regreso a Donostia, y por el propio Oyarzabal, al que se sigue anhelando al otro lado de la A-8.
Oyarzabal es clave para Eusebio Sacristán primero y ahora para Imanol Alguacil, por su desparpajo, verticalidad y sus diez goles en total, el segundo máximo anotador del equipo realista tras el ariere carioca Wilian José, 14 tantos, y por delante de Juanmi, 8 y el otro emblema de Zubieta, Illarramendi, con 7.
Lo cierto es que ahora mismo la clásula de Oyarzabal se eleva a los 60 millones, 20 más que cuando acometieron decididamente su intento de fichaje y la Real le renovó de inmediato. Un extremo o delantero diferente, el mejor golpe de efecto que el Athletic consideraría como remedido tras una campaña muy gris. Una operación, desde luego, compleja por muchos conceptos.