Tras el reciente 'saqueo' de San Mamés por parte de 'sus mayores', los 'meritorios' de Alguacil querían cerrar la primera vuelta maniatando a los cachorros en su feudo de Zubieta. Derrotar por segunda vez al Athletic. Esposar a sus 'menores'. Que pasaran la noche en la 'trena'. Rabiando. "La Real trabaja mejor su cantera". Lo dijo en su día Javier Clemente.
Ganó la Real B. Pero no porque, así en lo combinatorio como en lo individual, haya sido mejor que el Bilbao Athletic. ¡Nada más lejos de la realidad! Sino porque a Gaizka Garitano, excelente maestro que tiene a su equipo muy bien trabajado, se le ha escapado un detalle, el único argumento del que el 'Sanse' disponía para ganar la partida luego de que Villalibre, Iñigo Vicente y Larrazabal no supieran trasladar al luminoso la superioridad expuesta sobre el mimado tapete del Jose Luis Orbegozo.
Como si se tratara de basket, donde el empate está prohibido. Como si ganar o perder y nada más. Como si el empate a cero goles del marcador fuera un fracaso. Como si tras no acertar a rematar a un rival que se le pone tan 'a huevo', el espíritu formativo de Lezama obligara a los rojiblancos a bajar los brazos. Y es que algo como esto sucedió. Porque de haber mantenido la guardia alta, la Real B jamás se habría llevado este partido. Un equipo, el txuriurdin, al que, tras haberse dado tanto tute los contendientes, su imaginación en ataque no le daba más que para surtir de balones al inquilino de su banda derecha. Thior Zourdine.
Un senegalés tan 'camorrero' como habilidoso. El único futbolista desequilibrante.
A él recurren una y otra vez sus compañeros. Balones muy abiertos a la banda derecha. Rojo, su teórico marcador, le 'flota', invitándole a que meta centros al área como si fueran 'lanzamientos de tres puntos'. Gaizka Garitano debería haber dado órdenes de estrechar su vigilancia, de encimarle, de obligarle a recular...y que volviera tras sus pasos.
Tenía tan claro este cronista que el Bilbao Athletic estaba tentando a la suerte que, segundos antes de que recibiera 'por dentro', como diminuto base al que se le deja a solas 'en la pintura', dije "cuidado, la hemos liado, va a marcar". Y así fue. Recibió como a ningún cachorro se le había permitido. "¡Tome el arma, preparado, dispare!"...Gol. Segunda bala donostiarra en poco tiempo al corazón bilbaíno.
Garitano desatendió de manera temeraria la vigilancia del único futbolista de la Real B que podía dañarle a Hodei Oleaga. El Bilbao Athletic, tras no rematar a su rival, se descuidó en defensa, guardia dormida, brazos abajo. Como si por no ganar habrían de ser recibidos en Lezama a tomatazos. Como si empatar cuando ganar no se puede fuera indecoroso.
Por Luis María Pérez, 'Kuitxi', exfutbolista y periodista