Gaizka Garitano dio vida a un Huesca infame

En Anoeta, Imanol Alguacil le ganó a Garitano el partido en la lucha de pizarras. Preparó el encuentro a conciencia. Y sorprendió a Gaizka, que, sin un 'plan B' que llevar a la boca de los leones, se mostró impotente para insertar variantes que dieran un vuelco a la dinámica del juego. Derrota. Anunciada desde que la pelota se puso en movimiento. El primer revés de la era que instauró relevando a Eduardo Berizzo.

Tras varias victorias de rivales metidos en la pelea, el Athletic tenía entre el pelo y el pie la imperiosa necesidad de la victoria. Ante el Huesca. El colista que capitanea el 'cedido' Xabier Etxeita. Una escuadra que, visto lo visto en El Alcoraz, demostró por qué porta en grupo el farolillo rojo. Venían metiendo miedo con sus "siete de diez". Encendidos porque, de conseguir imponerse al Athletic, se pondrían a tres de la salvación, que marca el Celta, con 24.

El Athletic salto serio al campo. Presión muy adelantada. Lo que provocaba que los de Francisco escenificaran a la luz de la luna sus miserias. A los leones les bastaba con mantener a su rival lejos del área de Herrerín, que asistía plácido al evento que se celebraba en la capital oscense.

Lejos y con poca capacidad de maniobra. No disfrutaba con el balón el Athletic. Pero tampoco sufría cuando lo acaparaba el contrario. Cuando 'Rulo' transformó rotundo el penalti cometido sobre Iñigo Martínez, se podría haber pensado que tres cuartos de la suerte del partido estaban echados. Y sin embargo...

Tras la salida de la caseta, el equipo siguió a lo suyo. Mantenía al Huesca fuera de cámara. Dando la impresión de que el 0-1 no se alteraría. Ni por el uno ni por el otro. Un 'deja vu' del Villarreal y su Cerámica. Impotencia del colista. Comodidad del Athletic. Que, con el paso de los minutos, se transformó en acomodamiento. Coyuntura que el Huesca aprovechó para irse hacia adelante. El Athletic, permisivo hasta la temeridad, reculaba de manera escandalosa. Corría el 65'. Un mundo por delante.

A pesar de la propuesta conservadora, ordenada o consentida, de Gaizka Garitano, 'Rulo', que estaba 'de cine', le filtró un pase de maestro a Iñaki Wiliams. A solas con el portero, le disparó al corazón. Un órgano vital como diana. Tenía el arco iris delante de sí. Pero se salió de plano. Al obsesionarse con el meta y no con red.

Esta falta de pericia le hizo replantearse las cosas a Garitano. Que ordenó un repliegue tan intensivo que uno llegó a pensar que los jugadores terminarían colgándose del travesaño. Una tendencia tan hacia atrás en el tiempo que diríase que no tiene cura. De lo contrario no se explica un Huesca tan Infame en el primer acto y tan escaso de recursos en la segunda mitad.

Y no me digan que el cansancio hacia estragos hasta desfigurar el juego del equipo porque los jugadores del Huesca también se cansan, ¿o no? Cuando el Athletic se desplegaba, pérdidas mil; contraataques del rival. Cuando el Huesca partía desde su área con el balón jugado, leones al borde de un ataque de nervios. Se me dirá que el Huesca achuchaba. Pero no hay ley que le obligue al Athletic a defender al borde de su área. E incluso, dentro. El Huesca, un Huesca más malo que la carne del pescuezo, se dijo, Esta es la mía.

Y fue así que, sin oposición en las transiciones defensa-ataque, se plantaban los alumnos de Francisco en los costados del área. Llegados a ella, se movían como Pedro por su casa. Partiendo casi de la cal, evitaban a su marcador como el jugador de Basket que se despega de su oponente para lanzar sin oposición. De esta guisa, se empezaron a emborrachar con balones al corazón.

¿Qué más quería Francisco? Llegar fácil a las inmediaciones como si nada. Para, finalmente, dedicarse a bombear balones como si se tratara de granadas. O de monedas y caramelos al meollo del festejo de un bautizo. Gaizka Garitano lo estaba viendo. Pero lo daba como si fuera de recibo. El sufrimiento como peaje a pagar para conseguir llevarse los tres puntos del Alcoraz.

Jugaba con fuego Garitano. Él área se convirtió en el lugar de deseo del Huesca, colista de la categoría. Farolillo rojo luego de tantos méritos acumulados. Un equipo infame. Feo de ver y malo de sentir. A equipo tan kaskarra, tan eskasa, Garitano le dio de beber. Y, ya hidratado, se hartó de meter balones al área de Herrerín. En vano. En balde. Pero tuvo que aparecer Iago a fin de que la victoria no se escapara. Y varios "¡uyyyyss! que partían de la grada. Unas tribunas que llegaron a vocear "¡Manos arriba... esto es un atraco!"...

Para atraco, lo del Huesca y su fútbol de inframundo. Para robo, lo que el Athletic nos hurtó a partir del 65'. Cuando renegó del balón a fin de que el Huesca se hartara de pelota. ¿Por que recular sabiendo que balones al área siempre fueron malos. Sucedía con Berizzo. El Huesca era un 'fistro', mas el Athletic se empeñó, a partir del 65', en darle de beber en vez de la puntilla.

El gesto temerario de Garitano le podría haber costado al Athletic 2 ojos de la cara y otros tantos puntos. O tres. Y otros tantos de sutura. Y es que cuando este equipo se acobarda, el rival le huele el miedo. 65 minutos muy aseados. Media hora final en la que Garitano, permisivo, estuvo a punto de tirar por la borda el grandioso 'bacalao' pescado por 'Rulo' desde el punto de penalti.

Por Luis María Pérez, 'Kuitxi', exfutbolista y periodista