En el fútbol de hoy en día es raro ver un caso como el de Iker Muniain. El navarro cumple este verano 10 años en la primera plantilla del Athletic Club. Una década desde que Joaquín Caparrós decidiera apostar por él en julio de 2009 ante el Young Boys suizo.
Se hizo notar casi al momento, con su mítico gol en Berna que valió una clasificación en un partido que estaba atascado. Su rendimiento su notable desde el primer día, lo que le abrió las puertas de la selección española, tanto de la Sub-21 como de la absoluta.
Ha sido un fijo con todos los entrenadores que ha tenido. Caparrós, Bielsa, Valverde, Ziganda, Berizzo y Garitano han tenido en él a un jugador clave. También tuvo la fuerza para superar dos graves lesiones de rodilla, que quién sabe si evitaron una mejor versión de Muniain. Se repuso de ambas y consiguió hacerse importante de nuevo.
Precisamente, una de ellas evitó que disputase la final de la Supercopa de 2015, título muy especial para Iker y que lleva grabado en la piel. Comenzó como un diablillo apodado "Bart Simpson" y ha ido cambiando con el paso de los años hasta madurar para convertirse en todo un padre de familia.
Hasta el momento ha disputado 290 partidos de Liga, 54 de Europa League, siete de Champions y 34 de Copa, marcando un total de 54 goles. Esas cifras seguirán aumentando después de la renovación que firmó en diciembre. Una extensión de contrato revolucionaria al optar por eliminar la cláusula de rescisión. Fue su forma de declarar el amor que siente por el Athletic Club.