El Athletic comienza a sentirse muy incómodo

El palacio Euskalduna había votado por la mañana y San Mamés lo hizo por la tarde. Sin duda ha sido un intenso domingo para el alma zurigorri. Tras la eterna asamblea general el Athletic Club recibió al Real Valladolid en la novena jornada de LaLiga Santander. Las derrotas ante Valencia CF y Celta de Vigo habían metido a los leones en la derivada de tener que evitar que nazcan las urgencias. Nunca se habían perdido dos partidos seguidos desde que Gaizka Garitano se hizo cargo del equipo a mediados del pasado curso.

Esas derrotas han sembrado algunas dudas entre la afición. De hecho con 37.107 espectadores se vivió la entrada mas floja de la temporada en Bilbao. Igual influyó el frío, el rival, el mitin de VOX o la bronca con la App Athleticket que dejó muchos (demasiados) damnificados en la cola bajo la lluvia.

Pues el empate (1-1), que certifica dos de los últimos 12 puntos no es que arregle las cosas antes de ir al Wanda Metropolitano. El golazo de Iñaki Williams se evaporó con un gol en propia meta que hizo surgir los primeros síntomas depresivos en la era Garitano. También preocupa la falta de fondo físico, que los cambios no aportaron nada y eso que se venía desde un descanso. Toca reflexionar.

Los jugadores del Athletic portaron brazaletes negros en memoria del exportero rojiblanco José Rivero, fallecido hace escasas fechas

Once con dos cambios en el Athletic

El técnico derioztarra está obsesionado, como todos, por las dificultades para generar ocasiones y aún más para marcar goles. Tras el nuevo parón de selecciones se barruntaban cambios en el once. Los hubo. Iñigo Córdoba recibió otra oportunidad, desplazando a Iker Muniain al costado derecho; Unai López se alió con Dani García.

No fue una mala medicina. Unai estuvo primoroso mientras tuvo pulmones, luego ya no. Y Córdoba casi marca de cabeza a los dos minutos tras un gran centro de Williams. Un poco al revés de lo que dicta la lógica del fútbol. Poco después también intervino en un centro peligroso que paseó por el área pucelana. Encima Yeray casi se estrena con un cabezazo en una falta lateral que se le fue por los pelos dentro de un gran inicio vasco.

Los leones se movían mucho entre líneas, con muchas permutas, como había ensayado Garitano con su intensivo de ataque en Lezama. Pero Sergio González ha conseguido un bloque sólido, que defiende bien y resulta muy incómodo. Puntúa más lejos de casa que en su estadio. Pese a las cuatro ocasiones locales no se descomponía.

Y eso que Raúl García la tuvo bien clara. Masip salvó un tirazo del navarro tras una gran jugada en carrera de Muniain. Pero lo mismo cabe decir de Unai Simón, que le tapaba un 1x1 de Enes Unal con el antebrazo. Vaya susto y vaya pifia de Yeray que casi se va a la ducha si engancha al turco. Por contra el meta de Murgia se llevó una ovación atronadora.

Eso no oculta que los castellanos crecieron con esa jugada. Comenzaron a tocar mientras la Catedral se iba silenciando. Tan solo alguna decisión del árbitro Jesús Gil Manzano rompía el frío reinante. Y en ésas surgió Iñaki Williams. En el 32' de juego anotaba un tanto de pañuelos bailando a los dos centrales y a Masip. Con toda esa sangre fría que se le achaca le falta. Será uno de los goles de la jornada. No lo duden.

La mejor manera de cerrar un interesante primer tiempo entre dos equipos con armas muy diferentes. Cada uno a lo suyo, a piñón fijo. De cualquier manera pareció firmarse una tregua. El ritmo se desvaneció en la reanudación. Unai López se había convertido en un fantasma. Córdoba, Rulo,... Faltaba alguna chispa que calentara el partido. Iker Muniain casi enciende la tea con un gran tiro desde la frontal, para los que dicen que no tiene fuerza o no sabe chutar.

Tuvo grandes minutos el txantreano en esta segunda mitad, en la que el primer cambio fue Beñat, que entraba por un Córdoba molido poco antes de que Capa pusiera los corazones al rojo con un autopase de tacón en el área propia. El equipo se ordenó con tres por dentro para intentar recuperar una pelota cada vez más esquiva. Intento fallido. Salió fatal. Tanto que Unai Simón se acabó comiendo un gol por manos blandas que fue a rebotar en la espalda de Iñigo Martínez.

Mala suerte, pero también frustrante porque el error, de nuevo, de Yeray, fue imperdonable. Vaya día tuvo el central baracaldés. La baza de Unai Núñez va a sobrevolar toda la semana en Bilbao. Al igual que los cambios pucelanos estaban haciendo mucho daño al Athletic. Bastaba con ver cantar a sus hinchas, alborozados. Se veían venir las tablas.

Se estaba poniendo la tarde muy fea. Garitano tiraba de Aduriz a ver si el Zorro podía poner cordura a un equipo, pero lo primero que hizo fue recibir una amarilla en un forcejeo aéreo. Igual que el que se había comido Rulo, pero al de Zizur no le pitan una. O en todo caso en contra. Le persiguen sin descanso los árbitros.

Muniain trató de tirar del carro en la recta final. Hizo una gran jugada que exigió un paradón a Masip. Era el más clarividendete en un momento de agobio, en el que acabó saliendo Gaizka Larrazabal como última apuesta por una velocidad que al equipo le faltaba. ¿Debió salir antes? Lo intentó el joven de Loiu pero tenía demasiadas revoluciones encima. No hubo manera de forzar el triunfo, con lo que llegó el runrun. Garitano empieza a tener murmullos.

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