Los años perdidos, para el Athletic, de Aritz Aduriz
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Ahora que nos dejas, esta vez por una cadera doliente. Aritz Aduriz, nacido en lo ´Antiguo´. Aritz, que estás en ´nuestros´ cielos: ora en la villa foral de Gernika, como árbol enraizado en la tierra del equipo de tu ´pueblo´; ora en Lezama, como león; ora en San Mamés, predicando en rugido y dando trigo… ¡Ora por nosotros! Ratificado sea tu nombre.
Ojalá fuera prolongado hasta el infinito tu contrato. Que la cláusula de rescisión equivaliese a la desaparición del equipo cuyo presidente pretendiera comprarte. Venga a nosotros tu reino: esa cueva junto al cabo Matxitxako donde habitas como ´el Zorro´.
Hágase tu voluntad, así en la ´Catedral´ como en templos ajenos: iglesias, mezquitas, sinagogas, edificios donde abrazan otros credos. Del espíritu de ´Pitxitxi´ que te habita inúndanos hoy, mañana y siempre.
Perdona a los que te desterraron a Burgos y a Valladolid, porque, no entendiendo de tu don (“gogoaren indarra”), no sabían lo que hacían. Bendice a Javier Clemente, que te rescató para la causa cuando el clavo ardiendo al que el Athletic Club se agarraba se extinguía, luego de ser tú labrador en ´El Plantío´, y desértica zarza que no se consumía a fin de calentar a los de Pucela, para que de frío no fallecieran en el llamado ´Estadio de la pulmonía´.
Perdona, por segunda vez perdona, al ´abogado del diablo´ que te vendió por unas monedas, por el metal, por el dinero. Luego de que un entrenador, ejerciendo el papel de Iscariote, con un beso de cofrade en la mejilla, te señalara la barca de Caronte.
La laguna Estigia, condenado cual esclavo de la muerte a remar, como navegando hacia el Hades, hasta ganar las costas baleares de Mallorca. Sabiendo que el ´Roble´ que tú eres habría de someterse a la disciplina de un ´Manzano´.
Y luego a la península volver, volando, en un ´low cost´ de “Viajes Iberia”, para bregar junto a un ´Soldado´… bajo la luna gibosa de Valencia.
Se generoso con Josu Urrutia, el presidente, que pagó a tocateja el montante de tu rescate. No nos dejes caer en la tentación de cometer el pecado de no creer en nosotros mismos. Mas líbranos del mal de altura cuando te recordemos volar, y cuando te quedaste suspendido en el aire, como a la espera de un testarazo, de tu enésimo bacalao. Amén.
Post-scriptum:
Te lo ha dicho quien estuvo en Mallorca cuando tú estabas allí. Que se fue a la tienda oficial del Club ´bermellón´ a comprar tu postal. Tu mirada noble. Tu cara salpicada de pecas.