"Soy parte de una generación que pasó tiempo al aire libre", cuenta el legendario jugador del Athletic Club de Bilbao Aritz Aduriz en una entrevista concedida a la revista francesa So Foot.com. En ella el donostiarra habla de técnicos cpmo Bielsa o Valverde, y explica que la clave de su longevidad fue "el placer. Si no te estás divirtiendo, si no estás bien en tu club y no te identificas con él, es más difícil, creo". "Entrenamiento, partidos, tienes que vivirlos todos como si fuera el último. Obviamente, debes cuidar tu cuerpo, pero para resumir: si la moral no es buena, el físico tampoco lo será", señala 'Adu'.
¿Sientes que te has convertido en un icono del Athletic Club?
Para nada. Cuando camino por la ciudad, es cierto que me da mucho afecto, pero icono es una palabra muy fuerte. Este club fue construido gracias a jugadores fantásticos que dejaron una marca real. No me gusta la palabra icono. En cualquier caso, no me gusta estar calificado de esta manera. Solo soy un chico normal que tuvo la suerte de poder jugar en el club en su corazón.
Soy un privilegiado. Y sigo pensando eso a pesar del coronavirus. Está claro que me hubiera gustado despedirme del fútbol al ganar la final de la Copa del Rey contra la Real Sociedad, pero no me arrepiento. No me puedo quejar cuando la gente muere y está enferma de este virus.
Con el coronavirus, el fútbol ha dejado de ser importante. Lo que realmente importa no es mi jubilación, sino que todo vuelve rápidamente a la normalidad para todos. Y para eso, es necesario apoyar al personal de enfermería. Todos debemos una gratitud eterna a estas personas.
"Jugar solo por diversión, eso es el fútbol puro. Si realmente te gusta este deporte, debes haber estado jugando en la calle. Aquí es donde se encuentra su autenticidad".
¿Qué ha cambiado más desde que empezaste?
El mundo de hoy no es el mundo de hace quince años. Cuando comencé, no había portátiles, ni redes sociales, ni internet. Estamos hiperconectados, hiperinformados. En pocos años, nuestras vidas han cambiado mucho. El fútbol también. Hoy hay tanto dinero en este negocio que cualquier niño que hace cuatro cosas bien se convierte en un producto interesante.
Estar en una posición social privilegiada cuando eres joven con gente que te da palmaditas en la espalda para felicitarte todo el día, puede hacerte perder la razón.
Explotaste tarde. ¿Cómo lo explicas?
Puede que haya madurado demasiado tarde, pero realmente exploté cuando sentí que los entrenadores realmente confiaban en mí. El primer entrenador con el que me sentí realmente bien fue Xabier Estebanez. Con él tuve una temporada espectacular con los juveniles del Athletic. Desafortunadamente murió por un accidente de bicicleta. Después de eso no sabía cómo verme crecer. Me llevó un tiempo encontrar un entrenador que realmente creyera en mí.
Carlos Terrazas en Burgos (en Tercera división) y Sergio Krešić en el Real Valladolid (en LaLiga SmartBank) se encontraban entre ellos. En el RCD Mallorca, Gregorio Manzano también me hizo sentir importante. No me olvido de Ernesto Valverde. Es el entrenador con el que más tiempo he pasado. Con él, viví mis mejores temporadas.
¿Y Marcelo Bielsa?
Probablemente sea el entrenador que más me enseñó. Con él, he progresado mucho, pero también sufrí mucho. Es tan exigente, tan extremo, que puede sacar cosas enterradas en ti que nunca sospechaste. Claramente me hizo cambiar de rumbo. Gracias a él, me convertí en otro jugador.
¿Está loco o no Bielsa?
Marcelo Bielsa no está loco, es un genio del fútbol. De Verdad. La preocupación es que su intransigencia, llevada al extremo, no puede sostenerse. En algún momento, se vuelve insoportable.
El amor de Aduriz por el ski, la montaña y el surf
Mis padres, que eran instructores de esquí, siempre me decían que me iba bastante bien. A los 12 años, incluso fui subcampeón de España en esquí de fondo. Siempre me han encantado las montañas. Cuando era pequeño, a menudo salíamos a pasear en familia por los Pirineos. Estábamos haciendo senderismo, esquiando...
Sin embargo, siempre he estado obsesionado con el fútbol. Siempre me he divertido más con una pelota en los pies. Con el tiempo, el fútbol incluso ha devorado todas mis otras pasiones. Cuando me convertí en profesional, no tenía la oportunidad de esquiar. Mi tabla de surf, igual, han pasado años que no he estado en ella.
Son deportes extremos, incompatibles con el estatus de un futbolista profesional. Entonces, me metí en el golf: no soy muy bueno, pero es muy bueno para la mente. La concentración y la calma que requiere la pequeña bola blanca me permitió olvidar la que veía todos los días.