Iker Muniain pasó esta jornada, a la vista del desarrollo de los acontecimientos, de ser el problema que estaba lastrando a un Athletic Club que no acaba de encontrar ni juego ni resultados a ser la solución a esa pobreza con su impacto en cuanto entró en el terreno de juego para liderar la remontada ante un Sevilla hasta entonces manifiestamente superior.
Con seis puntos en siete partidos jugados, críticas furibundas al juego del equipo entre los aficionados y una última derrota dolorosa en El Sadar frente a un Osasuna que no hizo mucho para ganar, Gaizka Garitano, muy cuestionado a nada que pasa por una -aunque sea pequeña- mala racha optó por dejar en el banquillo al capitán.
No es la primera vez que ocurre, ya que cuando se hizo cargo del equipo, el técnico de Derio prescindió en varias ocasiones seguidas del navarro.
Pero con el tiempo, Muniain se fue haciendo necesario y ganándose la confianza de un entrenador que reflotó a un equipo que cogió en descenso y muy descolgado de la permanencia agarrado al '10' y a Iñaki Williams.
Quienes, con Aritz Aduriz y Raúl García lesionados, tiraron de su equipo en una racha de 10 de 12 puntos con victorias en Balaídos y en San Mamés ante Betis y Sevilla y un empate en La Cerámica dentro de un tono notable de juego.
Rescatado al equipo rojiblanco de los puestos de descenso, volvió Raúl, Aduriz empezó a acusar los problemas y el tridente Muniain-Raúl-Williams se hizo fijo en un equipo sólido, sin un juego que enamorase pero siempre competitivo.
En LaLiga peleando por Europa, que en las dos temporadas se le fue de las manos a poco del final, y en Copa del Rey alcanzando una histórica final contra la Real Sociedad que aún tiene que jugarse.
Pero como el juego no acababa de convencer y con Garitano el Athletic siempre ha ido a rachas -más positivas que negativas-, se destapó un debate que es crucial en el fútbol rojiblanco: quien debe ser el media punta.
A Garitano le gusta ahí Raúl, de quien valora su entrega, su capacidad de estar dando guerra al rival en las disputas todo el partido y su remate. Pero eso obliga a que Muniain juegue en banda, en muchos momentos alejado de donde se 'cuece' el juego.
Y ello deja a su equipo sin fluidez, atascado en las combinaciones y con Williams, bajo de forma desde el confinamiento, neutralizado. Porque el único que es capaz de encontrarle en carrera con cierta continuidad es su 'hermano' Muniain. El vecino de barrio en su niñez en Pamplona. Uno de la Rochapea y otro de la Txantrea.
MUNIAIN, LA POSESIÓN Y LA PROFUNDIDAD
La pérdida de juego era cada vez más evidente y Garitano, que tras aquellos primeros partidos cuando prescindía de Muniain era generalmente por la acumulación de esfuerzos, tomó una decisión de esas que pueden ser recordadas con el tiempo: sentó a Muniain.
Y dejó a Raúl y Williams arriba, con dos bandas profundas a los costados que ocuparon Alex Berenguer y Jon Morcillo, fichaje y canterano novedades esta temporada.
No logró mucho Garitano con esa decisión, ya que el Sevilla, que además se adelantó pronto, en el minuto 9, campó a sus anchas durante una primera hora de partido sin encontrar respuesta en un rival superado sin balón e incapaz con él esférico.
Un Athletic sin capacidad para hacer valer la profundidad de Williams y las bandas sencillamente porque nadie los lanzaba. Lo intentó el debutante como titular Oier Zarraga -que da muy buena impresión-, pero lo consiguió poco.
También lo buscaron laterales y extremos en combinaciones que casi siempre resultaban muy previsibles. Faltaba una referencia en la posesión, un director de juego. Un perfil como el de Muniain, que no es profundo en carrera pero sí, y mucho, con el pase.
Salió Muniain y el partido se revolucionó hasta el punto de que el Athletic remontó al mejor rival que ha pasado por San Mamés las dos últimas temporadas. E incluso marcó Muniain. Fue casi una anécdota porque lo hizo en un rechace tras córner, pero ese gol, el 1-1, le hizo la imagen de una voltereta también con protagonismo de Oihan Sancet y Mikel Vesga.
Lo que no resultó anecdótico fue la hora anterior en la que el Athletic estuvo descabezado. Muniain arrancó como problema y, lo que es el fútbol, acabó como solución. Lo hizo como revulsivo, pero cuando no estuvo pareció también necesario.
Necesitamos un entrenador que valga para el athletic