La vida sin sentido del humor es difícil no sólo de concebir, sino de vivir. No hay ámbito que no se resista a ser objeto de bromas. Por ejemplo, el de la Economía. ¿Cuántos economistas de Chicago hacen falta para cambiar una bombilla? Respuesta: Ninguno. Si se necesita cambiar la bombilla, el mercado se encargará de hacerlo. La famosa autorregulación.
El fútbol tampoco escapa a los objetos de bromas. Titular imaginario de un periódico: “Futbolista quemado: el entrenador lo mandó a calentar y se le olvidó”. Puede ser: los entrenadores suelen ser reacios a cambiar sus equipos.
El martes 17 de noviembre de 2020 pasará a la historia del fútbol español. En un partido por la clasificación a la fase final de la Liga de Naciones europea, la selección española demolió por 6-0 a la Mannschaft, ésa de “el fútbol es un deporte que inventaron los ingleses, juegan 11 contra 11 y siempre gana Alemania”, que dijo Gary Lineker.
Viene a cuento lo del futbolista quemado porque el entrenador Luis Enrique está haciendo con La Roja lo que sus antecesores no se animaron: a proceder al cambio de plantilla conforme el cambio de ciclo y el paso del tiempo.
No me gusta Luis Enrique, aunque sí aplaudo su valentía por cambiar el equipo con jugadores jóvenes, por animarse a arriesgar para ganar.
No sé qué hubiera sucedido en La Cartuja si Canales continuaba en el campo. ¿Se hubiera dado igual el 6-0? La respuesta es pura conjetura. La realidad es que salió lesionado y por él ingresó Fabián a los 12 minutos de juego. Y todo cambió sobre el campo.
Mi papá, que algo de fútbol sabe, siempre me insiste en que no hay secretos: que hay que jugar de primera, al toque, que hay que pasar el balón e ir a buscar el pase, y que todo equipo necesita una columna vertebral de un portero, un defensa, un mediocampista y un delantero, en torno de la cual se articulan los restantes siete jugadores.
¿Qué ofreció España ante Alemania? Esa columna: Unai Simón en la portería, Eric García en defensa, Koke en el mediocampo y Ferrán Torres como delantero. Los restantes jugadores más sus suplentes que ingresaron oportunamente se acoplaron a este eje.
Es un buen comienzo de ciclo. Si esta selección trabaja, entrena, corrige, ajusta, se suelta, confía, atiende, puede dar qué hablar y recordar. Cuerpo técnico y jugadores tienen la llave para que así sea. Que no es suerte, que es trabajo.
Porque no vaya a ser que La Roja termine como en el chiste de la lata de conservas en una isla desierta. Ése en el que hay un químico, un físico y un economista, sin abrelatas, pensando en cómo abrir esa lata:
Si tenemos en cuenta el proceso de oxidación tal vez consigamos que se debilite la lata y podamos abrirla- dijo el químico. Podríamos aplicar una fuerza, que seguramente rompería la lata- matizó el físico. Supongamos que tenemos un abrelatas. En ese caso…- deslizó el economista, partiendo de su propia conjetura.
Desde la Gabarra: Un blog de Alejandra Beatriz Herranz Araujo