La clara oposición que concita la directiva del Athletic Club y, da la sensación, que especialmente la figura de su presidente, Aitor Elizegi, desde diciembre de 2018, se ha vuelto a ver refrendaba este domingo, 21 de febrero, en la cita telemática saldada con dos victorias y una derrota ante las urnas en San Mamés. La Asamblea General Extraordinaria de Socios Compromisarios ha aprobado dos de las propuestas de los actuales mandatarios del buque insignia del deporte vizcaíno, las de verdadero peso para funcionar con estabilidad, pero ha suspendido su gestión. Tres puntos en el orden del día: uno fue un KO y otros dos un OK.
En los corrillos previos a la celebración de este plebiscito dominical, se lanzaba el órdago de que si se volvía a fracasar en el intento de aprobar las Cuentas, dando por hecho que el derrotado de la gestión ya iba a ser torturante sí o sí, la junta directiva no contaría con la “legitimidad suficiente como para seguir adelante con su mandato”.
Un mandato que no acaba en realidad hasta el año 2022. Así que vendría a ser como darles con alegre desdén la patada sin necesidad de pasar por el fielato de llevar a cabo (y con su mecanismo legal) esa Moción, sino tan solo por la cláusula, siempre tan subjetiva, de la perdida de legitimidad (?).
Ello hubiese dado paso a una situación inédita en la larga historia del Club y que ni siquiera viene recogida como posibilidad en los estatutos que rigen el gobierno de Ibaigane.
Lo cierto es que esta misma semana Aitor Elizegi, en una entrevista concedida a Telebilbao, ya avanzaba que él es "un fajador" y que no se planteaba para nada la dimisión. Sin duda un jarro de agua fría para toda esa oposición, nada larvada, que le tiene ganas desde antes incluso de sentarse en el sillón presidencial allá por 2018.
Grupúsculos opositores, acérrimos de la anterior directiva e incluso la impactante presencia en ese tipo de actos de parte del anterior grupo regidor con algunos de sus empleados no es que hayan dejado mucho lugar a las dudas. Hoy Josu Urrutia ha vuelto a aparecer ante las urnas físicas acompañado esta vez de Genar Andrinua y Jon Muñoz.
En principio parece que se pintaban tres escenarios. El primero sería que no pasase nada. Lo mismo que tras el tirón de orejas de la gestión. Seguir como están las cosas con los presupuestos prorrogados a la espera de que este año cambie (en marzo) el ciclo de compromisarios y hacer, como desgraciadamente se ha hecho siempre, amarrar un buen número de fieles que suavicen estas citas. Triste pero cierto y empírico.
Otro sería presentar la dimisión y marcharse. Punto complicado tras haber logrado que el CSD les permita maniobrar sin pillarse los dedos con las pérdidas producidas por la COVID y ante la o, incluso, las dos posibles finales de copa que hay por delante para disputar.
La última casuística sería que si para algunos, dentro de los 43.000 socios que tiene el Athletic, el problema es Aitor Elizegi, que el empresario restaurador se echase a un lado y algún compañero de junta dirigiese la nave hasta las elecciones de 2022. Tipo el hoy brillante vicepresidente Mikel Martínez.
Tras afrontar el partido de LaLiga Santander de esta noche ante el Villarreal CF en la Catedral precisamente, veremos qué se comunica a través de la oficina de prensa en los próximos días. Sin duda lo más positivo es que mejore el ambiente del entorno en busca de un año histórico en el que incluso se pelea por hacer un triplete a los mandos de Marcelino.
Todo lo que no sea relajar la presión y, sin ser dócil ni pasar por alto el control, ir a por esa gabarra sería desde luego kamikaze. Ir contra la institución siempre tiene un claro perdedor, el Athletic. Y además, cuando lleguen las elecciones de 2022 no es lo mismo coger el timón de un barco pujante que un cacho de la chimenea del Titanic. A buen entendedor...