En el fútbol, como en la vida, existe una gran variedad de oportunidades que se te presentan desde joven. llega un momento en la juventud, en el que te empiezas a fijar en los equipos. Al principio te fijas en los equipos que le suelen gustar a todo el mundo, los que tienen más popularidad, los que visten con los colores más llamativos o que más te gustan, aquellos que tus padres te dicen de manera inconsciente que son los mejores, y por supuesto te llaman los equipos que ganan!!
La elección no es fácil, y a priori nuestros gustos y preferencias son muy básicos, pero con el tiempo vamos empezando a descubrir qué queremos de un equipo. Empezamos a entender lo que significa tener una buena “delantera”, nos empieza a llamar la atención el centro del campo y su capacidad de “creación de juego”, y según maduramos nos damos cuenta de la gran importancia que representa tener una “buena defensa”.
Y por fin llega un momento clave en el que después de tontear con varios equipos, eliges uno...
Es una decisión complicada, ya que es o debería ser una decisión y un compromiso para toda la vida. Los padres ya casados con su equipo, los amigos fieles a sus colores, mucha gente te habla de lo que es sentir algo tan fuerte por un equipo, pero no lo sabes de verdad hasta que te casas con este, y empiezas a convivir día a día lidiando tanto con lo bueno como con lo malo; en la salud y la enfermedad; en la riqueza y en la pobreza hasta el fin de los días!!!
Una vez casado, al principio es todo maravilloso, vas al campo con tus mejores galas y con unas ganas increíbles de ver jugar a tu equipo, te fijas en el potencial que tiene, celebras los goles con la mayor efusividad que has expresado nunca por nada, te diviertes, ríes, disfrutas, e incluso cuando no ganas te vas con esperanza, pensando en lo bueno de los partidos.
Pasan las temporadas y vives partidos increíbles, pasas por algún partido y momentos complicados en la temporada, pero al final muchas veces hasta celebras títulos. Es una maravilla la relación con tu equipo pase lo que pase al final de temporada. Pero con el paso de los años, empiezas a conocer mejor a tu equipo, y por lo tanto también le exiges más, y “ella” a ti.
La convivencia no es fácil, y en una temporada pueden pasar muchas cosas, pero al final tú lo que empiezas a buscar son resultados, aspiras alto y no quieres que tu equipo sea uno más.
Al ver los partidos, ya no celebras los goles con tanto entusiasmo, por que un gol, o una victoria se convierte en una obligación que le exiges, ya que el objetivo no es solo divertirse y ganar el partido, sino retos más altos como clasificarse para jugar en Europa, ganar una liga o, quién pudiera, ganar una Champions.
Pero claro, no se puede generalizar, existen muchos equipos, y muchos tipos de equipos. Cada uno con sus aspiraciones personales, sus características particulares, su potencial y por lo tanto sus exigencias individuales. No se le pueden pedir peras al olmo, aunque esto uno se va dando cuenta con la edad.
Pero nadie dijo que el fútbol fuese fácil, tiene sus cosas buenas y sus cosas malas como todo en la vida, y una vez casado, uno tiene que apechugar con lo que ha elegido. Puedes fijarte en los otros equipos, y las rivalidades o comparaciones siempre han existido, pero poco puedes hacer más que fijarte en el tuyo y tirar para adelante,...
Aunque a veces el tropiezo del eterno rival te despierte casi más ilusión que la victoria de tu propio equipo e incluso en ocasiones veas al equipo vecino, más joven y con un hambre voraz “jugar” y deseases que tu equipo jugase así como solía hacer en los buenos tiempos.
Todo esto te hace reflexionar, y finalmente llegas a la conclusión de que debemos plantearnos objetivos por temporada, y que pensar en el pasado o el futuro no suele servir de mucho. Con la experiencia vas observando que el fútbol es una variable difícil de prever, y que no es cierto eso de que lo que mal empieza mal acaba, ni al revés. Que la suerte si juega un papel muy importante, pero hay que buscarla. Que el partido no termina hasta que el árbitro pita el final, etc...
Pero no existe eso de la estabilidad definitiva o la absoluta satisfacción con este. Cuando uno gana y llega a conseguir su objetivo, la realidad se transforma y quiere más. Por el contrario cuando uno parece que no puede ir a peor, se pueden encontrar las razones para seguir creyendo y apoyar más que nunca a tu equipo.
También existe una realidad no tan bonita, y es que hay circunstancias que te obligan a dejar de creer, y un buen baño de realidad te abre los ojos para empezar a pensar que tu equipo no es el equipo del que te enamoraste, esta viejo, quemado y aburrido. En estos casos debes ser capaz de confiar en que existen jugadores en la cantera que te pueden ayudar a creer en un futuro.
El fútbol es maravilloso, pero nadie dijo que fuese un bálsamo de fierabrás, es más un camino de rosas, en el que visto desde fuera parece fascinante, pero una vez lo atraviesas vas encontrando alguna espina que otra.
Hay decisiones en la vida que marcan un camino largo a recorrer, y elegir a tu equipo es una de las más comprometidas!!! Por que como decía El gran Andrés Montes “porque la vida puede ser maravillosa” - “porque el fútbol puede ser maravilloso”.
Los athletizales no elegimos al athletic es un sentimiento orgulloso de lo que somos