No dejemos morir la ilusión en el Athletic
¡Qué difícil resulta contentarnos en el Athletic Club! De un tiempo a esta parte, y ya van unos cuantos años de disconformidad, se ha instalado una hiriente corriente pesimista alrededor del club. Un mantra de sombra que salpica a todos los estamentos y en consecuencia también al deportivo.
Entiendo, aunque no comparto, el recurrente “guerracivilismo” que siempre rodea los meses posteriores a una derrota electoral, pero no es de recibo que esta posición ultra opositora se mantenga tanto tiempo después en el tiempo con su correspondiente perjuicio para el equipo.
El elogio inmerecido debilita y acomoda, sí, la crítica constructiva ayuda a crecer, también, pero la reprobación permanente no sirve para encontrar la estabilidad que necesita un proyecto en plena renovación generacional.
La pandemia lo ha alterado todo, ha modificado nuestros hábitos de ocio, nos ha hecho mas apáticos, sedentarios y comodones. Buena parte de la culpa es también de las tentadoras plataformas de contenidos online que han vivido su agosto apelmazando hasta a los aficionados mas incondicionales y entusiastas.
Nos guste o no hemos asistido a un nuevo modelo de seguimiento futbolero, sin duda mucho más frio, apoltronados frente al televisor y sin ninguna interacción con un equipo que ha pagado caro el peaje de la distancia social.
Es un nuevo tiempo y tenemos que quitarnos de una vez las mochilas electorales y pandémicas. Si queremos la estabilidad necesaria para crecer es fundamental hacer borrón y cuenta nueva, mirar al futuro con esa ilusión perdida que ha sido resquebrajada en los últimos meses, por las finales que se esfumaron y el exilio involuntario de los aficionados por las restricciones COVID.
El curso deportivo ha empezado razonablemente bien para el Athletic, con una cosecha de puntos decente que permitirá aspirar a premios interesantes esta temporada. Los jóvenes piden paso, algunos están a punto de tirar la puerta abajo y no parece que a Marcelino le tiemble el pulso para darles cancha.
A los mas veteranos, algunos sin embargo “joviejos”, se les debe exigir lo máximo sin excusas ni tratos de favor.
Los galones se deben repartir en función del rendimiento y si queremos un relevo de garantía hay que apostar y perseverar con quienes están llamados a liderar el grupo y ganar el futuro con expectativas y espíritu renovado. Nada es más triste que la muerte de la ilusión.
* Por Ángel López, director de Onda Vasca