Sería injusto no reconocer que he ganado el premio gordo demasiadas veces. Tengo amigos de los de tirar el molde, bueno, y algunas aproximaciones. Me ha tocado conocer a mujeres fantásticas que me enseñaron otra dimensión de la vida y me llevaron al otro lado de la luna, tengo un hijo al que "el Niño" le hace los recados.
Una familia que canta unida y toca la trompeta "ta-ra-ta-ra-ta-re-ta", he visitado lugares de una belleza sin par y para colmo me tocó nacer en Bilbao, de lo que me siento profundamente agradecido.
¿Que no me ha caído el gordo?, si todo se resume en un puñado de euros, me quedo con la pedrea que me ha regalado la vida, con mis libros, un buen huevo frito, una botella de crianza, y el eco de las risas de quienes me acompañan.
Cuento esto porque nunca me ha gustado hacer planes a largo plazo, no creo en ellos, prefiero aprovechar el momento, crear a diario ilusiones y diseñar un plan vital más cortoplacista. No nos vayamos a arrepentir por no haber llamado a tiempo a un ser querido, por no regalar un "te quiero" en el preciso instante o dar un beso en el momento adecuado.
Quizá cuando lo deseemos ya no tengamos oportunidad. No te extrañe si te veo por la calle y lo celebro como si fuese la última vez, no es que la efusividad me pierda, es que no deseo contraer una hipoteca de cariño que el tiempo no me permita devolver por completo. Carpe diem. Os deseo a todos una feliz navidad.
Gabon eta zorionak!