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¿Es el fútbol de hoy un deporte, o una profesión más?

Marcos Gaspar

El término jugadores mercenarios, es algo que lleva sonando muchos años en el fútbol moderno. Es conocido por todos que existen y han existido muchos jugadores a lo largo de la historia, que no juegan ni se mueven por afición, dilección o amor a un club. Es más, sabemos que hay muchos jugadores de fútbol, y que cada uno será desde su infancia simpatizante de un equipo concreto.

Pero lógicamente no todos pueden jugar en el club de sus amores, y si esto no es posible, se deben buscar la vida como deportistas, jugando para otro equipo que les permita desempeñar su trabajo y traer el pan a casa. Hasta aquí es todo comprensible y lógico, pero no es de estos jugadores de los que podemos tener alguna queja.

Neymar y Kylian Mbappé celebran un gol del PSG (Foto: EFE).

Hablamos de jugadores que tienen la oportunidad de jugar casi donde quieran, y eligen la fama, el éxito y sobre todo el dinero, por delante de sus valores y fidelidad hacia un club o símbolo.

De los “one club man” que admiramos y conocemos todos, quedan pocos, algunos hasta ni tenemos la constancia de ellos.

Julen Guerrero, en la despedida del viejo San Mamés junto al argentino Marcelo Bielsa. Aritz Aduriz observa detrás la escena.

Santiago Bernabéu (Real Madrid), Javier Clemente (Athletic Club) Agustín 'Piru' Gainza (Athletic Club), Jose Francisco 'Txetxu' Rojo (Athletic Club), Luis Miguel Arconada (Real Sociedad), Jesus María Zamora (Real Sociedad), Chendo (Real Madrid c.f.), Tony Adams (Arsenal F.C.), Aitor Larrazabal (Athletic Club), Julen Guerrero (Athletic Club).

O Paolo Maldini (A. C. Milán), Gary Neville (Manchester United F.C.), Paul Scholes (Manchester United F.C.), Ryan Giggs (Manchester United F.C), Jamie Carrager (Liverpool F.C.), Carles Puyol (FC Barcelona), Francesco Totti (A.S. Roma), Xabi Prieto (Real Sociedad), Bruno Soriano (Villarreal C.F.)...

Paolo Maldini, antes de un partido de fútbol en San Siro con el Milan.

Estos son algunos de los más conocidos, pero como podréis observar, a lo largo de toda la historia, hay muchos menos de los que se podría imaginar.

Este hecho refleja un debate interminable, en el que queda evidenciado que el fútbol es un deporte por supuesto, pero cada día más una profesión como cualquier otra, como la de político por ejemplo sin ir más lejos.

Una joven aficionada, bufanda en mano, entre el rugido de la afición de San Mamés (Foto: Athletic Club).

El éxito del fútbol se critica, pero no decae

Para los seguidores y socios de los clubes, es algo difícil de asimilar, ya que el fútbol para estos es algo más. La pasión, el amor, el sentimiento de pertenencia a un club, es lo que hace que el fútbol sea el deporte más visto y seguido del mundo.

Pese a esto, es curioso que en la preferencia de los aficionados al fútbol, esté su club por encima de su selección, cuando lo lógico sería que un grupo de personas del mismo país y a priori luchando por un objetivo en el que el dinero es lo último que persiguen, generase una mayor pasión y a su vez una sensación de valor y ética de los jugadores para con el deporte y sus aficionados.

Esto indica que el modelo de negocio que se ha generado dentro y en torno al fútbol parece funcionar, pese a la indignación de muchos cuando se va un jugador de la casa a otro equipo, o cuando la cantera de estos no sirve para mucho más que para generar beneficios.

Una cámara de televisión durante la retransmisión en directo de un encuentro de fútbol.

Y es que esto también implica la posibilidad de que una Estrella o un jugador de nivel de otro país o equipo, recale en tu club, dándole la oportunidad de ser más competitivo cada año. Todo tiene sus pros y sus contras, véase el ejemplo este año de los dos capitanes y jugadores insignia de Real Madrid y F.C. Barcelona respectivamente.

Yo creo que nadie apostaría un duro hace 5 años, a que Lionel Messi (mejor jugador del mundo) y Sergio Ramos (uno de los mejores defensas de la historia), saldrían gratis en 2021 hacia uno de los clubes más ricos del mundo (PSG), propiedad del Emir Qatarí “Tamim Bin Hamad Al Thani”, uno de los hombres más poderosos del mundo.

En este extraño caso, ni Ramos, ni Messi han sido especialmente criticados o despreciados por este acto.

Leo Messi posa en París con su nueva camiseta (Foto: PSG).

Se ha evidenciado como algo lógico, consecuencia de la mala salud económica de los clubes producto de la pandemia. ¿Es esto lógico? Teniendo en cuenta que ambos podrían haber dejado un dinero en las arcas de ambos clubes, precisamente en esta situación de malestar económico.

Aquí queda constancia, de que se ha normalizado el “factum” de que un jugador mire primero por su economía, antes incluso que su fidelidad a un club e incluso a sus éxitos deportivos.

Sergio Ramos saluda a Mauricio Pochettino (Foto: PSG).

Ya que pese a la situación de ambos clubes, es de todos conocido que estos dos clubes son intensamente más grandes en todos los sentidos al PSG, por mucho dinero que tenga. Dicho esto, la conclusión para un servidor aficionado, es que sí, el fútbol hoy es más una profesión que un deporte, le pese a quien le pese, yo incluido.

Sólo queda esperar que la pandemia no sólo ponga en evidencia esta realidad, sino que nos haga reflexionar, recapacitar y actuar, hacia la necesidad de un cambio de juicio y valor en cuanto a lo que es y representa el deporte en el mundo para sus practicantes y seguidores. Mucha suerte a todos en estos tiempos que corren, y que viva el Fútbol deportivo.

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  1. Calatrava

    Mitad y mitad.

  2. Edu

    Has mezclado todo y has preparado un cocido muy cargado, cada uno ve el futbol como le parece, igual que el basket, el balonmano, el ciclismo, y los profesionales que lo son tienen que mirar por sus intereses, igual que los aficionados, a unos solo les gusta ganar sea como sea, otros los menos se divierten con los de su barrio, y la mayoría son de los equipos que siempre ganan, y luego o primero de todo está la pasta. Los jugadores son profesionales, ese significa que cobran por jugar, luego está la prensa deportiva, cáncer del fútbol, que se lleva una parte del pastel, no por informar, solo por mal meter, por faltar, insultando a todo dios, en fin, un lío.