El pueblo contra Iñaki Williams: un juicio que no cesa

El Athletic Club se alza hasta los 44 puntos luego de derrotar a un Elche CF feo de ver. Feo fue, también, aquel empate [0-0] que abrió LaLiga Santander en el Martínez Valero. Un punto que no fue valorado en su justa medida por una afición que entiende que a los equipos de escaso pedigrí se les debe vencer mediante el vapuleo. Tras aquella igualada, Marcelino advirtió de lo complicado de la empresa.

De asumir el punto como si un trozo de oro se tratara. Aquel Elche [¡cómo pasa el tiempo, madre mía] visitaba la Catedral como si fuera el mismo perro pero con distinto collar. Si entonces, Fran Escribá, de un tiempo a esta parte, 'Francisco'. Escuadra ilicitana con el Athletic hermanada desde aquella final de Copa de 1969 en la que Antón Arieta goleó para meter en la vitrina el 21 entorchado.

Tras una primera mitad con intervalos de brillantez, los leones se fueron a la caseta con un [1-0], ventaja que se antojaba corta a tenor de las opciones de golear que tuvieron los discípulos de Marcelino García Toral. En la retina de la 'cátedra' se debería haber grabado a fuego el fantástico gol materializado por Berenguer. Ese pase filtrado al que Yuri llegó con el balón posado sobre la línea de cal.

Un toque diagonal y templado. Se trataba de evitar la tentación del portero de abandonar el marco en busca del cuero. El tiempo se detuvo. La jugada cambió de lado. Era Capa, y no Yuri, percutiendo por la banda derecha. Érase el esférico flotando, como a la espera. Érase Aduriz, recién saltado al verde. Su chilena ladeada. Su tijera. Ese disparo descomunal que ya es foto posada en la mesilla de noche de las niñas que te veneran, Aritz Aduriz.

Alex Berenguer recurrió al recurso. Al más complicado y al mismo tiempo más bello. Suspendido en el aire. Horizontal entre el cielo y la tierra. Interior total de su bota derecha. Escupe la hierba un balón que se envenena. Busca la escuadra y la encuentra. ¡Bendito VAR que valida un tanto maravilloso! Antes y después, el Athletic de Marcelino se debería haber ido con holgura en el luminoso. Su juego fácil. Ora en corto, ora atacando los 'grandes espacios'.

En la 'proa' de la gabarra, Sancet e Iñaki Williams. Ohian, recibiendo loas por sus controles orientados, por sus arrancadas, por sus pases al terreno liberado. Iñaki, sin embargo, bote de barraca al que se le 'lapida' con bolas de trapo. Esto no sucedía con Valverde en el banquillo.

Cuando Ernesto entendía que la posición de la 'pantera' era la banda derecha. Cincuenta metros lisos. Especialidad en la que Williams no encontraba rival  a la hora de medirse en velocidad. Cuando el 'nueve' era Aduriz, y no él.

Liberado de la obligación de marcar goles a 'chorramortero', San Mamés presumía de tener al jugador más veloz de la Liga. Hasta que a Iñaki le llegó el día de abanderar el ataque.

De ser ariete. Protegido por su entrenador. Calma para una boca en la que todo era un rechinar de dientes. Llama la atención su dentadura, blanca y sin fisuras. Esplendor en su boca. Brillo en sus ojos cuando, desde el banquillo, fue testigo del segundo tanto de los leones. Entre Villalibre y Raúl García la liaron. Entre 'Rulo' y el Búfalo construyeron un gol de orfebrería.

Ya en pies de Asier la pelota, ya él a solas con Édgar Badía, el de Gernika, toque sutil, alojó el esférico en la red superando la línea por el palo largo. Un gol liberador. Así para Villalibre como para un Athletic que sufría por lo apurado del marcador. Un tanto en las postrimerías deformaría la belleza del [2-0].

El Athletic había ganado. La victoria debería ser noticia en la portada, portada en la noticia, que no es lo mismo pero es igual. Y sin embargo, a la hora de la comparecencia ante su gente, he ahí, por enésima vez, a Iñaki Williams lapidado, fustigado. Verbalmente, ya lo sé. Pero cuando en la palabra viaja el dardo, uno se escandaliza.

El 'pueblo' sólo tiene ojos para él, lo rebajan hasta convertirlo en una escopeta de feria, esas que todo lo fallan por tener el punto de mira viciado.

El partido aún no ha terminado y a mi servidor de red le llega la descarnada rabia de una afición que necesita una diana fácil en la que acertar. "Lo de Iñaki es demencial"... "No entiendo esa defensa constante de un jugador limitadísimo"... "¡Cuatro remates limpios y clarísimos!

Si todo lo demás que tiene es suficiente para la mayoría, estamos jodidos"... "Es un caso extraño"... "San Mamés le perdona todo, todo: igual no hay un caso semejante en toda la historia del Club".

El pueblo contra Iñaki Williams. La 'pantera' se sienta en la banqueta de los acusados. Junto a él, Marcelino García Toral, su abogado defensor. El juicio viene de lejos. La 'vista' va para largo.