Hablemos de Marcelino. El Sevilla FC necesitaba un contrincante, un rival amigo para hacer el paripé. Despedía LaLiga Santander ante su afición habiéndose clasificado para la UEFA Champions League. Había que celebrarlo por todo lo alto. Garantizando de antemano que la victoria se quedaría en casa. En Nervión. Que no es la Ría, sino el barrio en el que se asienta el Ramon Sánchez-Pizjuán. Un acto a modo de baño de multitudes para su Director Deportivo, 'Monchi', ese hombre que decidió convertirse en Rey Midas para que todo futbolista que tocara se convirtiera en oro.
A Marcelino García Toral le habría gustado que este partido no hubiera tenido lugar. Que el mundo Athleticzale se hubiera quedado con el sabor de la dulce victoria en San Mames frente al CA Osasuna. El calendario de la Liga, sin embargo, le obligaba a desplazarse a Sevilla. Trámite. Un mal trago que había que pasar ayudado por las dos pausas reglamentarias para hidratarse en noche tan calurosa.
Sobre el verde estaba el Athletic. ¿El Athletic? No, al menos, el que se dio en llamar 'Athletic de Marcelino'. 'Cuadrilla' que había optado por "despedirse a la francesa", ese no decir adiós, ese no despedirse de manera cortés y educada.
Más que nada, o sobre todo, para que la gente supiera que lo que la tropa de Julen Lopetegui tenía enfrente era una suerte de combinado salido de la mezcla festiva de 'gordos y delgados, solteros y casados'.
Qué privilegio ser sevillista en esta noche dominguera. Qué castigo asistir al trance sabiendo que de lo peor del Athletic, todo, y de lo mejor de Marcelino, nada. ¿Por qué? En el momento decisivo, en ese partido de los últimos recuerdos, el técnico de Careñes se echó a un lado a fin de que obrara el destino fatal.
Y fue así que, sin ese 'Guardador de rebaños' que en esencia es el míster del Athletic, los leones, fuera de su selvático hábitat, resultaron entrampados en el Coliseo arenoso del Pizjuán. Sin su domador favorito, la 'manada' más amada por este cronista partió de la interrogación, se sumergió en la nada y terminó alcanzado las más altas cotas de la miseria: "Perdonen que no me levante", nos dice Groucho Marx desde su epitafio lapidario.
Penoso. Horrible. Lamentable. Es lo que sucede cuando un entrenador de la talla de Marcelino renuncia a ejercer su ascendencia sobre un vestuario que, desde que llegó a Lezama, lo ha tenido comiendo de su mano. 'Guardador de rebaños': "mis ovejas son los leones".
Y esos dos cachorros a los que premió incluyéndolos en la convocatoria luego de que, tras derrotar al Real Racing Club, se agarraran a la categoría de la mano experimentada y sabia de Patxi Salinas. Julen Agirrezabala, Luis Bilbao: "No podemos creer que lo que vemos sea el 'Athletic de Marcelino'". ¿Por qué no lo era? ¿Qué era, entonces?...
Un despropósito. Un continuo renegar de sus principios. Era la impotencia. Era el no saber. Era el olvido total de lo que en muchos partidos de la temporada había sido. Tabla rasa. El Athletic regresa a la infancia para medirse a un equipo de hombres. Quería yo hincar el diente al partido, pero no encontraba 'cacho'. Pretendía coger al Athletic para diseccionarlo, pero no tenía por donde. Y es que el equipo era todo un burruño de zamarras y pantalones mal sudados.
Indumentarias que, por desvencijadas, no te las admiten ni en la mejor tintorería. ¿Por dónde coger al Athletic? ¿Por dónde, el partido? Horroroso. En lo técnico [un continuo errar pases con el compañero a tres metros], en lo táctico [un desbarajuste, sonrojo al asistir a maniobras a la 'sopa tolondra'], en lo estratégico [Muniain se hinchó a regalarle balones a Dmitrovic a partir de la estrategia]. Y en lo físico también: el Sevilla se regocijó manejando la pelota ante una manada de leones pasmados.
¿Leones? Solteros y Casados, Gordos y Flacos. Un grupo sin malicia que se prestó a la fiesta sevillista. ¿Qué era aquello? ¡Qué se yo lo que era! Escribo de lo que vi. Sin pensar escribo. De lo que sentía mientras miraba. Desidia al borde de Nervión. Por parte de un equipo que no era 'el de Marcelino'. Ya se dijo al principio.
El técnico de Careñes, por timidez, por vergüenza, por miedo a que en el último partido del curso [2021-2022] su recto caminar se torciera, se había despedido 'a la francesa'. Marcelino García a Toral no compareció en el Pizjuán. Y resultó que, sin el 'Guardador de rebaños', el Athletic se fue al garete hasta fundirse en el caos.