Las elecciones precipitaron la marcha de Marcelino, que deja en Bilbao un proyecto aún por culminar. A su Athletic Club, reconocible, sólido y competidor, le faltó un punto de valentía para firmar una trayectoria brillante. “Pudimos hacer más, pero hicimos mucho”. Fueron las palabras de Marcelino García Toral en la sala de prensa del Sánchez Pizjuán, después de que el Athletic firmara en Sevilla su quinta temporada consecutiva sin billete continental.
Es una frase que resume muy bien la temporada de los leones y, en general, el periplo del técnico asturiano en Bilbao que, sin saberlo, estaba viviendo su particular ‘Last Dance’. Es el cuarto entrenador que pasa por San Mamés en los últimos cinco años y uno de los pocos que ha levantado un título en las últimas cuatro décadas.
Los datos arrojan una evolución (más regularidad y solidez defensiva) y el equipo ha competido allá por donde ha pasado (final de Supercopa, semifinales de Copa del Rey y lucha por la UEFA Conference League hasta la última jornada de LaLiga Santander). Son los mínimos exigibles al presupuesto rojiblanco, pero hablan bien de la labor de Marcelino.
Y sin embargo, el regusto que queda en el paladar del aficionado, y me temo que en los tres candidatos a la presidencia del Athletic Club, es que a los leones les ha faltado un punto de valentía y algo de colmillo en los momentos clave de la temporada. En las tres competiciones faltó un paso, ese último gesto tan difícil de dar a veces, para convertir una buena campaña en un ejercicio brillante.
La pregunta es: ¿está capacitado el equipo para dar esa vuelta de tuerca?
En Liga, respecto a la pasada campaña, los leones han sido más fiables en defensa (con 36 goles encajados han terminado como la tercera mejor defensa de Primera) y han sumado 9 puntos más (de 46 a 55). Han recuperado la solidez de San Mamés (34 puntos y séptimo mejor equipo local) y han competido hasta el final por un puesto europeo con dos proyectos consolidados y, según el portal Statista, con mayor presupuesto (Real Sociedad y Villarreal).
Eso sí, el Athletic ha tenido la terrible virtud de fallar en las cinco ocasiones en las que se acercó a un solo punto de la séptima plaza: derrotas ante Mallorca (3-2), Celta de Vigo (0-2), Granada CF (1-0) y Sevilla (1-0); empates contra Villarreal (1-1) y Valencia (0-0).
En las semifinales de Copa del Rey, los de Marcelino merecieron más en el partido de ida, pero no supieron competir en la vuelta de una eliminatoria donde se jugó muy poco y siempre a lo que quiso el Valencia. El mérito fue tumbar a los dos colosos (FC Barcelona y Real Madrid) en el trayecto rojiblanco de una competición que está en su ADN y que últimamente honra de forma admirable.
También faltó colmillo en la final de la Supercopa de Catar, donde el Athletic ofreció escasa resistencia ante los blancos. El penalti fallado por Raúl García en la recta final fue el resumen perfecto de la impotencia rojiblanca en Riad. Tampoco olvidemos que antes, otro gran competidor como el Atlético de Simeone había sucumbido ante los leones.
A tenor de los datos, la imagen ofrecida esta temporada y las declaraciones del vestuario, donde algunos pesos pesados han apostado sin ambages por la continuidad del cuerpo técnico, estoy convencido de que una tercera temporada habría servido para culminar el proyecto de Marcelino en Bilbao. Sin embargo, la rigidez táctica y algunos ramalazos conservadores del técnico asturiano, con sus virtudes y defectos, no han pasado el filtro de las elecciones rojiblancas.
Cinco temporadas consecutivas sin Europa es una sequía que el Athletic no se puede permitir, pero amarrar la vía continental exige mucha valentía y tomar decisiones de calado a nivel de club. Por ejemplo, arriesgarse con una transición real hacia un modelo que se adapte lo mejor posible a la valiosa camada que ya está instalada en el primer equipo, donde los jóvenes, con su frescura y descaro, tengan protagonismo y puedan lucir todas sus virtudes.
Decía Lawrence de Arabia que “las ilusiones pueden ser muy poderosas” y puede que nos hayan consumido la razón en las últimas temporadas frente a la terca realidad. Pero qué diablos, hace no mucho la grada de San Mamés gritaba “¡A lo loco se vive mejor!” con Marcelo Bielsa y esos momentos aún perduran en la retina de la hinchada… ¿tal vez hasta pronto? El lunes presenta Iñaki Arechabaleta al Loco de Rosario.
· Por Jagoba Tirado, periodista de RNE