“Iraola"... “Que venga Iraola"... “Andoni Iraola es el entrenador ideal para el Athletic Club"... ¿Iraola?... Por qué Iraola, me preguntaba. Recién ha llegado Ernesto Valverde a San Mamés y ya se le está buscando sustituto. O será que el estilista lateral de Usurbil es el hombre mejor colocado para, sin correr, llegar a la Catedral ligera de fieles y besar el santo que da nombre a esa sabana sobre la que se deslizan los leones.
Tal vez sea cuestión de sangre. Real. Sangre real. Valverde, qué duda cabe, volvió para reinar autorizado por "la importancia de llamarse Ernesto". Morirá el rey. Ley de vida. Y sobre la cabeza de Andoni Iraola lucirá la corona que le será impuesta por el presidente de turno. O la presidenta. Para evitar arrobas.
"Iraola... Iraola... geuria!". Y cuando la parte baja del fondo norte es un clamor, Andoni se convierte en un sentimiento tan hondo que es capaz de retumbar en 'aquel' San Mamés y en 'este'.
En 'el del arco' y 'en el de los siete colores que tiene el 'Iris'. No hay marcha atrás. Sin ser consciente de que lo hacía, he quemado la Gabarra con sus Naves. No lo pretendía, pero, fuego en sus ojos, heme aquí ahora, a solas, con el que habrá de entrenar al Athletic cuando Valverde se vaya. Andoni Iraola. ¡Quién lo diría!
O quién lo habría dicho cuando, en aquel Athletic vs Manchester United, liberado de la 'tarea del 2', como el niño que maneja su aro, le dio por jugar/joder con la pelota hasta plantarse delante de las narices de De Gea y hacerle aquel 'feo' tan maravilloso que nos elevó a todos hasta el séptimo cielo.
La suerte estaba echada y no me daba cuenta. He tenido que bracear hasta llegar vivo a la orilla. Cada uno en la suya. Iraola, fingiendo. Que no habrá de ser un excelente entrenador cuando se canse de hacernos tan felices a todos los que sentíamos la perfecta comunión entre su figura y la inteligencia de un 'loco' llamado Marcelo Bielsa.
Había sido Joaquín Caparrrós, sin embargo, el 'entrenador cazado' por un 'futbolista cazador' que, eso creía el jugador, "jamás cazado había". Cuando, en su presentación, "me hierve la sangre rojiblanca en las venas" clamó, pensé que el técnico de Utrera no me volvería a sorprender tanto o de aquella manera. Revuelvo en los papeles como el que no busca nada y encuentra. Es tu verbo. Tu palabra es. Te lo juro por ese dios que no existe pero que tanto consuelo nos procura en la noche oscura del alma...
"Me impresionaba" al verlo y escucharlo "en cada entrenamiento". Tal vez fuera "su personalidad, tan diferente" a la del resto.
Era jugador, lo sé. Era jugador "porque yo lo entrenaba". Era un futbolista del Athletic. Pero era, también y/o sobre todo, el "estudiante", el "analista". El que maneja el juego hasta convertirlo en "minucioso". El que observa y no calla: "el que pregunta". El que medita, piensa, y le regala al grupo "comentarios llenos de credibilidad".
Que en él creían, nos dice Caparrós. Cuestión de fe de un Caparrós que reconoce haber sido "marcado" para siempre. Detrás de Iraola iba él: entrenador al que el "liderazgo natural de un futbolista" arrastra o guía. Fue Joaquín el que entrenó a Andoni. Es Caparrós el que estalla porque si no lo dice revienta:
Creyendo que cualquier añadidura podría ser utilizada en contra del espíritu de esta apología tan rara, el cronista, agotado de no pensar, ante el riesgo de que algo muy frágil se haga añicos, se rinde.
Dice "¡ya!". Pero rendirse, también, de pleitesía. Ante Andoni Iraola me rindo. Batalla sin sentido sería hacerle frente a toda esa masa social que en volandas lo lleva. A Andoni Iraola. De Ernesto Valverde, su más digno sucesor.
• Por Kuitxi Pérez, periodista
Respetemos un poquito más al actual entrenador porque lo está haciendo bien y el otro, por mucho que queramos, no va a venir, ni aunque éste lo hiciera mal. Desde luego, no a corto plazo. Las poesías al campo (no al de fútbol) y a las flores.