Sevilla FC vs Athletic Club. La hora de la verdad luego de las siete 'mentiras piadosas' con las que, al parecer del sector escéptico zurigorri, los 'Leones' habían mantenido encendida a una afición inocente, proclive al engaño: RCD Mallorca, Valencia, Cádiz CF, RCD Espanyol, Elche CF, el Rayo Vallecano de Don Andoni Iraola, Almería...
"¡Bah!", exclamaban los que, mermados por su frigidez emocional, son incapaces de disfrutar con las pequeñas grandes cosas. "Cuando llegue la hora de la verdad, se verá que este equipo es lo que es, lo que siempre ha sido y lo que siempre será: un cuadro de segunda fila incapaz de hacerle frente a los grandes".
Y fue así que, luego de las 'siete mentiras piadosas', le llegó al Athletic la hora del 'rechinar de dientes' en el 'infierno del Puzjuán'.
Prueba de fuego. Nunca mejor dicho. Lopetegui, quemado en efigie. El que ardía en el banquillo europeo era él, si, pero sin vida, para que no sufriera el doble 'bochorno' del calor andaluz y esa llamarada que le llegaba desde una grada que le ponía letra al 'Arrebato' de un 14 de octubre que estaba a la vuelta de la esquina. "Y por eso es que hoy vengo a verte, sevillista seré hasta la muerte"...
Un Sevilla desfigurado por Monchi que había recurrido a Sampaoli. A sus brazos tatuados. A su ritual de roturar el área técnica con ese ir a ninguna parte tras haber partido de ningún lugar. Pero era el Pizjuán del Sevilla. Históricamente, mala plaza. "La Giralda presume orgullosa de ver al Sevilla en el Sánchez Pizjuan". ¡Ahí te quiero ver, Athletic!...
Ahí te quiero ver, Ernesto Valverde. En tu hora de 'la verdad' luego de haber sido alabado tanto tras las siete 'mentiras piadosas' con las que habías embaucado a una afición necesitada de gloria en la previa del 125 aniversario de este Club "único caso en el mundo".
Esa misma que, casi de primeras, se llevaba las manos a la cabeza presagiando un oscuro final porque oscuro nacía el partido tras el apagón de siempre provocado por una salida en tromba sellada con el gol que se venía anunciando por un flanco derecho percutido en exceso merced a ese andar al garete de Berenguer, Lekue y el resto de sus compañeros.
"Dicen que nunca se rinde y el arte de su fútbol no tiene rival, más de cien años lleva mi equipo luchando y abanderando el nombre de nuestra ciudad"...
Lo suyo era justo lo contrario. Aguarla. Semejar, de entrada, ser el invitado, para, tras los tragos de rigor, emplearse en la labor de convertir el campo en un 'reguero de sesos'. Metáfora hiriente para los ojos sensibles. El Sevilla, hecho unos zorros. Se suaviza la cuestión. Pero como no era la noche de los paños calientes, Valverde activó su 'artillería'. Ligera. Sutil. Alejada del ruido y la alharaca.
El hombre que fotografiaba a los leones quería cobrarse su pieza. Sin hacer sangre, empero. Quería un Sevilla tocado pero vivo. Consciente en su agonía para sentir cómo su víctima de siempre se convertía en un verdugo que lo asfixiaba con maneras elegantes. Ese modo de jugar tan atractivo como eficaz.
Cuando el Athletic ya era dueño del juego y el partido, el 'Sevillismo' se vio obligado a contemplar el 'baile de la última media hora'. Meneo en toda regla que se acrecentó de seguido al latigazo elegante con el que Vesga castigó a un portero de malas maneras con pasado 'armero': 'El que a hierro mata a hierro muere'.
Su baile sin pausa le ponía danza a la música y la letra del 'Arrebato' de la ciudad. "Y es por eso que hoy vengo a verte, sevillista seré hasta la muerte". Y lo eran, sevillistas, lo seguían siendo mientras su equipo caía sometido por el 'Athletic de Valverde'. Un entrenador capaz de enriquecer el juego de su equipo con la virtud heredada en su día de manos de Marcelo Bielsa.
Con esa otra, también, la de FC Barcelona, aunque tanta hermosura terminara costándole la vida. Y fue así, clavados mis ojos en el medio campo que atacaba el Athletic, disfrutando de una técnica colectiva de ensueño [que me retrotraía al 'teatro de los sueños' en el que el Athletic toco el cielo de la mano de Bielsa], que las 'mentiras piadosas' dejaron de serlo.
En la hora de la verdad. El fútbol verdadero. El auténtico. Porque 'un poco de la locura de Bielsa' y otro tanto de la osadía de Txingurri en el Pizjuán era 'mucho' para mí. Justo lo que necesitaba para terminar creyendo en aquella promesa que se fraguó en la reunión secreta que concitó al presidente, al entrenador y al capitán.
"Orgulloso de ver al Athletic en el Sánchez Pizjuán". En la noche de 'El arrebato'. Ideal, fantástico, maravilloso. Un Athletic de ensueño en el Sánchez Pizjuán.
• Por Kuitxi Pérez, periodista y exfutbolista