A pocas horas de la Asamblea Ordinaria del Athletic Club toca votar en positivo, crecer en todas las líneas básicas de la entidad, necesitamos presupuestos valientes, asentar cuanto antes un proyecto de Grada Popular y un desarrollo estatutario que nos permitan mirar al futuro en las áreas vitales, la deportiva y la económica. Superado con nota el cónclave, así será, manos a la obra, esta plantilla y este proyecto merecen confianza y nuestro apoyo.
En una semana de mucho viento sur en el fútbol estatal deberíamos profundizar en la viabilidad a medio plazo de estructuras como la blaugrana. En realidad después de la pandemia, al igual que la directiva del FC Barcelona la mayoría del fútbol español decidió apalancar parte de su futuro en muchos de los casos en una huida hacia adelante.
Una partida importante de los fondos prestados se ha destinado a amortiguar la inflación de los costes de plantillas que el efecto COVID dejó fuera de mercado, ecuación sin resolver en muchos clubes, por no hablar de las franquicias que cada año descienden de categoría a LaLiga SmartBank o a la Primera División RFEF.
Para contrarrestar a la Superliga sin profundizar en sus posibles escenarios y condiciones hemos hipotecado posiciones a cincuenta años a Superfondos como CVC, debilitando proyecciones futuras de la competición doméstica.
En mitad de la tormenta perfecta, con la Premier en la estratosfera del fútbol global, acaba de abonar la cláusula de un técnico de un club del nivel del Villarreal CF en plena competición, que junto con la Bundesliga lidera la apuesta por el producto local de máxima calidad en el terreno de juego y en los banquillos, Laliga pretende gobernar en el medio plazo el desarrollo de clubs históricos, desde sus camisetas, sus limites salariales o sus estadios.
El modelo a falta de una revisión en profundidad da signos de agotamiento y su viabilidad sin la imagen global del Real Madrid o sin las políticas de desarrollo propio e interno como la del modelo Athletic Club preocupa.
Se centralizan por decreto soportes de toda índole, para desde una estructura sobredimensionada comercializar unificados en el mismo portfolio los Derbys vascos, el balón de oro de Benzema, la grada Zabaleta, la Txalaparta o los caños de Pedri.
Sorprende observar una patronal solicitando cobertura legislativa para un sistema que cada seis meses apuesta cientos de millones en las ventanas de un mercado repleto de decisiones precipitadas.
Quizás la nueva Ley del Deporte podría legislar y premiar a las entidades deportivas que inviertan a medio plazo para mantener sus políticas en deporte base. Que desarrollen sus Fundaciones para crear entornos seguros en la protección del menor durante la formación tanto del deportista, reforzando la promoción del talento local desde unos valores en su difícil camino a la profesionalización tanto en deporte masculino como femenino, ciencia ficción.
Todos conocemos perfectamente las reglas del juego, la clasificación debe estar relacionada con los méritos en las canchas, pero se echan de menos las políticas deportivas e impositivas que protejan y defiendan una de las figuras que ha hecho del fútbol europeo una potencia mundial, sus homegrown players.
• Por Aitor Elizegi, expresidente del Athletic Club