José Ángel Iribar Kortajarena, 'El Txopo'

El 1 de Marzo de 1943 llegó al mundo un chaval más largo que el pan, han pasado ya 80 años, aunque todo el mundo le sigue recordando alcanzando un balón imposible suspendido en el aire. José Ángel Iribar Kortajarena. Durante los primeros años su cuerpo y sus brazos fueron adquiriendo fortaleza y habilidades en la arena mojada de la playa y con el bote rápido de pelotas de cuero que aceleraban contra las dos paredes en los frontones de su Zarautz natal.

En el colegio Lasalle, los amigos, con el sorteo a pies, no le dejaban elegir, le tocaba siempre ser portero. Aita, un referente que se fue demasiado pronto, le enseñó el camino de la portería, del Athletic Club, del mito de Zamora y del valor del silencio.

Con el Basconia empezó a ser uno más bajo palos, pero al brujo Gainza le llamó la atención su dote para precisar balones donde el ojo mandaba en el saque con la mano, Piru solo ojeaba leyendas.

Siempre bien colocado haciendo la portería pequeña, de movimientos elegantes en la salida a los pies del rival o cobijando la pelota entre los brazos, elegante y sobrio, largo de puños, si era necesario detenía el tiempo y el espacio para alcanzar el palo contrario, un señor bajo palos.

Durante mucho tiempo, se decía que el Athletic eran Iribar y diez más, cuando estábamos hablando de Irureta, Churruca, Uriarte, Argoitia, Rojo, Uriarte, Sáez o Arieta II.

Dieciocho temporadas sosteniendo entre sus guantes al Athletic, blocando balones y hasta unas fiebres tifoideas que intentaron derrotar un árbol guardián de las llaves de la puerta de San Mamés.

Iribar será siempre un portero en blanco y negro con un corazón color rojiblanco como escudo. Eligió ganar un par Copas con el Athletic, cuando todos ya sabían que podía blocar el cielo entre sus dos manoplas.

En el 64, con tan solo 21 años relevó como campeón de Europa a su admirado Yashin, otro guardameta eterno, también vestido de negro, de aquella mítica selección soviética. En el mundial de Inglaterra descubrieron un portero de talla global.

Estará siempre al lado de los más grandes porteros que paraban balones de oro, chutados por Amancio, Di Stéfano, Cruyff o su “hermano” Quini.

Sobrio sobre el césped y en la vida, testigo y portador de los valores rojiblancos, eligió el compromiso con el Euskera, su idioma natal, con la Ikurriña, su bandera, con la cultura local, en definitiva con su tierra, siempre desde el respeto a los demás y dando un paso al frente por los suyos y como en el décimo penalti errado ante Esnaola, incluso cuando había bastante mas que perder que ganar.

Todavía hoy sigue siendo el autógrafo más buscado, la firma del Athletic, renovando la ilusión y el recuerdo allá por donde va, lejos o en cualquier plaza de Euskadi, tanto para los que le han visto jugar como para quienes han oído hablar de sus hazañas.

En otoño del 2021, en una mesa de trabajo interdepartamental valorábamos un nombre que presidiera la nueva Residencia de Lezama, conocíamos que muchas Peñas y alguna calle llevan su nombre, lo es todo en el Club, será su embajador en el tiempo, solo hubo un planteamiento sobre la mesa.

José Ángel siempre prudente, pidió unos días para valorar la propuesta con los suyos, su respuesta positiva fue uno de los momentos memorables que pudimos vivir en el Athletic. Queríamos explicar en una palabra a cada joven promesa que llega a la factoría rojiblanca nuestra historia, nuestros valores, nuestra sobriedad, el estilo Iribar, la sombra del Chopo dará cobertura a las paradas de nuestros porteros para siempre en cada entrenamiento.

Su última declaración ya es célebre: "Quizás no seamos los mejores del mundo, pero somos únicos", en su caso además podemos decir que es cojonudo.

• Por Aitor Elizegi, expresidente del Athletic Club