No era capaz el Sevilla. Equipo fisicamente poderoso pero muy limitado en su vertiente creativa. De ahí que recurriera a Mendilibar para espantar los fantasmas del descenso. Y en esas llegó el 'emérito del Eibar' a San Mamés para contrastar el 'subidón' hispalense de seguido al cese de Jorge Sampaoli. Ordu txikietan, cuando los 'peques' estaban en la cama y los adultos deberían estar poniéndose ya el pijama, por el túnel de la Catedral aparecieron las dos legiones de un sueño.
Coyuntura onírica. A este paso, la liga establecerá turnos para que los futbolistas puedan trabajar a cuatro relevos. De día, de tarde, de noche y de madrugada. El Athletic vs Sevilla era un espectáculo que ocupaba un espacio anti atura. A no mucho tardar, en la pantalla del televisor aparecerán rombos en uno de los dos ángulos superiores. Y en las pantallas gigantes del exterior de los estadios se podrá leer: "el fútbol a horas intempestivas puede matar".
Ritmo frenético. Despliegue físico. Un 'Eibar vestido de blanco' pero con jugadores corpulentos y dotados de un talento superior al de los 'armeros' que tuvo a su cargo el de Zaldibar. Y sin embargo, el Sevilla, encefalograma plano en lo que respecta al lado talentoso de su cerebro. De ahí que su manera de atacarle al Athletic partiera casi siempre del pelotazo de su portero.
Reducir riesgos hasta el mínimo. Sabia decisión. Balón alejado del área propia hasta la altura del centro del campo sella la portería. Al menos en esa acción. La de iniciar el juego desde atrás.
Los de Valverde, por su parte, tentando a la suerte por esa obsesión de Unai Simón de obligar a la parroquia de San Mamés a asistir a un función nocturna de 'Ruleta Rusa'. Cuando el equipo contrario te propone 'jo ta ke', tu respuesta es asumir el reto de la pelea constante. Cuando el arquero de Murgia tomaba ejemplo de su colega serbio, el centro del campo se convertía en una batalla área en la que los leones se batían bravos.
Inédito Unai Simón, el Athletic consiguió un doblete. Nico Williams machacó un pase de la muerte de De Marcos; Guruzeta prolongó de cabeza un córner 'indirecto' que ejecutó el pequeño de los Williams. No subieron al marcador. Quizás por no querer el encargado, acaso por pereza. El Sevilla no inquietaba. Satisfecho Mendilibar con el 'punto de la Federación'.
"Mucho Athletic; demasiado San Mamés". Dos goles había desgastado el equipo de casa, dos balas menos en su cargador. Unai Simón, bien protegido por el trabajo solidario de su gente. Todo era brega. Frenesí. El empate a cero goles era una promesa que solo podría ser incumplida por el delate, por una traición. El Sevilla no estaba por la labor. Así que...
Fascinados por el esfuerzo, excitados por el sudor de los gladiadores, un sonido nos obligó a levantar la vista hasta la altura de ese vídeo en el que se reflejan los anuncios, los avisos. El '42.716' habló con sus cinco cifras. Me metí la mano en el bolsillo. Saqué la papeleta y comprobé. "¡Vaya, otro partido sin que me toque el jamón del sorteo!".
Delante de mí, fila cuarta, cerca del córner que votó Nico para que 'Guru' goleara de cabeza, un aficionado despotricaba contra Valverde: "¡Cobarde, ya está bien, el empate es una derrota para nosotros!". ¿Un punto y ninguno es lo mismo? Lo pensé, pero no se lo dije.
La igualada era tendencia. Dmitrovic, golpeando en largo y con violencia. Balón a seguir. El tiempo se agotaba. La pelota, en los pies de Unai Simón. El arquero de Murgia, como acostumbra, no levantó la cabeza mientras avanzaba dando toquecitos. Tal vez porque era el momento de algo más épico. Como si entre él y Valverde hubieran cruzado guiños, el guardameta internacional, cuando el momento del encuentro era de machete en mano, le puso a su amigo Yeray en un brete con un pase venenoso que cabía en su propia aérea.
El bravo central de Barakaldo, antes de la desdicha, tuvo tiempo para el lamento, Un león traicionando a otro león, le preguntó. De seguido, lo que puede resultar, y resulta, cuando el portero no se quita el balón de encima a modo del cancerbero del Sevilla. Que si me resbalo, que si meto el pie y el árbitro dice que he metido la pata. Penalti. Gol. El Sevilla acababa de marcar porque entre Unai Simón, por ejecutarlo, y Ernesto Valverde, por marcar tendencia en la salida del balón, pecaron de prevaricación.
De haber puesto la pelota en campo contrario, se estaría hablando de "un Athletic en racha con tres victorias y dos empates". Y como no se hizo, vuelta la burra al trigo de la "escasa natalidad", la "precariedad de la plantilla" y los "60 millones que cuesta Karrikaburu". "Creced y multiplicaos". En un Lezama laico, Ibaigane apelando al cumplimiento del mandato bíblico. En vez de "escasa natalidad", ¿por qué el 'Universo Athletic' no invita a 'mantener relaciones sexuales sin métodos anticonceptivos'?
• Por Kuitxi Pérez, periodista y exfutbolista