En la sección en la que los 'Desmarcados' aportan su análisis del partido jugado por el Athletic Club, Deme Egia, tertuliano de Onda Vasca, deja una cita de mucho calado: "Me superan esos comentarios que exigen que el Athletic debe pasar por encima de todos los rivales". Como dice la canción jarrillera, "de esa opinión participo yo también". Y es que, si así fuera, si el Athletic sometiera a todos los equipos con los que se enfrenta, estaríamos celebrando Ligas sin parar.
Si el Real Mallorca se ha salvado de la 'quema', es por la férrea disciplina impuesta por el 'Vasco Agirre' a un equipo que se iría con él hasta el infierno. Desde la grada, el 'Zorro' Aduriz pudo 'disfrutar' de la astucia del entrenador de ese Mallorca también 'suyo; no en vano fue jugador bermellón durante dos temporadas. Tiempo suficiente para dejar en la afición su sello indeleble.
Le encantó la isla. En ella vive a modo de 'descanso del guerrero'.
Desde la calma, se hizo cargo de dos propuestas antagónicas. De sobra conocía el libro de estilo en el que se basa Javier Agirre para hacerse fuerte. Alguien lo escribió, no sé cuando, y desde entonces, los equipos que se quieren proteger del daño ajeno forman con tres líneas muy juntas que, partiendo del balcón del área, se frenan antes de pisar el círculo central. Así es el Mallorca de Agirre; a ese equipo le tenía que superar el Athletic de Valverde.
No era sencilla la tarea. Suyo el balón, regalo del 1 de mayo, el Athletic progresaba. Era llegar al muro 'bermellón' y frenarse como una hormiga ante el obstáculo. 'Txingurri' lo veía. Asistía, entonces, a ese fútbol que se juega "en 68 metros", tal es la anchura del terreno de juego. Impenetrable como el hormigón el entramado mallorquín, el Athletic movía el balón de un lado a otro en un ejercicio de impotencia. Ni un hueco. Ni siquiera un resquicio. Allá donde un león con la pelota, un jugador del Mallorca con su implacable presencia. Ni por el centro, muy poblado; ni pegados a la cal, un vigilante instalado.
El Mallorca le negaba los espacios a un rival que a él se los concedía por ese afán de ir hacia delante asumiendo protagonismo.
De ahí atacar los espacios cuando el esférico cambiaba de dueño. Parecerá una astracanada lo que el cronista propone, pero, a su parecer, es un apunte cargado de buenas razones. ¿Por qué Valverde, desafiando la propuesta de Agirre, no llegó a pensar que no sería cosa mala colocar a su equipo del mismo modo que lo hacía su colega. Dos equipos distanciados. De área a área. Como dos ejércitos que, en campo abierto, esperan el toque de corneta para salir en arrebato en busca de su 'enemigo'.
Habría sido el único modo de saber si Agirre sería capaz de salir de su cueva a riesgo de regalarle los espacios al Athletic. Y como todo esto que se dice es un 'fantaseo' que no ocurrió, y no se espera que suceda, el partido era, no más, un continuo darse cabezazos contra la muralla, contra una pared de esas que tanto abundan en la 'Serra de Tramuntana'.
Más allá del esperpento que fue el gol de los isleños y el penalti magistral de Iñaki Williams, ante el 'Dun dun', Quién es, Cierra la muralla, lo suyo habría sido despojarse de la indumentaria, pinchar la pelota, y hacer acopio del material necesario para escalar el 'muro de piedra' en el que se habían convertido los 11 futbolistas del Mallorca. Lean, apunten, por si algún entrenador quisiera hacer suya la idea. Material indispensable para la escalada deportiva... 'Pies de gato, Cuerdas, Arnés, Asegurador / descensor, Cintas exprés, Mosquetones, Casco de escalada, Cabo de anclaje".
Entre el fútbol que propone Agirre y la escalada en montaña, me quedo con aquella deliciosa ascensión al pico Masanella.
• Por Kuitxi Pérez, periodista y exfutbolista