Parece clarificarse que Carlos Gurpegui y Pablo Orbaiz, dos amigos, dos emblemas modernos del Athletic Club, van a hacerse cargo la próxima temporada del descendido Bilbao Athletic, caído, después de seis décadas, al pozo de la cuarta categoría, es decir, la Segunda Federación. Algo que llevan los demonios a Javier Clemente... Después del estropicio de campaña vivido, con los cachorros descendidos a falta de varias jornadas de que terminase el curso, el cese del bermeano Bingen Aróstegi y la oscurísima etapa del catalán Álex Pallarés, que encima acabó con una rajada inicial, y luego con una petición tardía de disculpas antes de anunciarse su adiós.
Un caso, el de Pallarés, que han valorado personajes diferentes de la órbita rojiblanca, como el mismísimo portero Internacional Unai Simón en Lezama, o este miércoles en una entrevista concedida a ElDesmarque Bizkaia, el antiguo rector de Lezama a Andoni Ayarza.
Lo cierto es que los rectores de Lezama, que fueron directamente apuntados con el dedo por Pallarés, léase, Sergio Navarro, Mikel González, o incluso por encima de ellos, Xabier Álvarez, parece que van a dar un buen cambio de timón. ¿Hacia dónde? Pues parece un poco que hacia donde quiere escuchar la mayoría de la masa social.
Se dice adiós al funesto experimento con un entrenador sin conocimiento del ADN rojiblanco, el fútbol vasco y vizcaíno o la propia categoría, y se va a tirar de dos legendarios exleones, ambos navarros, para hacer un guiño a los verdaderos dueños de la casa, que son los socios. ¿A eso pinta, no?
Cabe pensar que la cosa saldrá bien, que la categoría debería dejar ver a un Bilbao Athletic sobrado para lograr lo que todos deseamos, un rápido ascenso y estar al menos en la primera Federación, ya veríamos si peleando o no por el ascenso a LaLiga SmartBank.
Lo que parece claro es que el tándem con Orbaiz es, aparte de por sus conocimientos y experiencia en los banquillos, una forma de terminar de convencer a Carlos Gurpegui de dar el salto a la cúspide de la pirámide de Lezama, algo que no siempre había tenido del todo demasiado claro de afrontar el de Andosilla.