Es de sobra conocido que el Real Madrid, siempre que juega, lo hace contra sí mismo. Ya gane, ya empate, ya pierda, las crónicas y debates posteriores [en Teledeporte, televisión pública, encontró un día 'el patio de su recreo'] a los partidos se centran en las prestaciones de sus futbolistas. ¿Contra quién ha jugado? No se sabe. ¿Quién ha sido la víctima o el verdugo? ¡Qué importa!
El cuadro merengue es un ente hermafrodita que no necesita del concurso de nadie para seguir medrando. Tras el último partido de liga, el Athletic visitaba el 'templo merengue abierto por obras', estadio hecho a imagen y semejanza de un megalómano. A sus 76 años, el magnate de las vigas y el hormigón armado preside un Club donde los socios ni pinchan ni cortan. Pretende, Don Florentino, dejar un legado bestial para la historia.
Como Vespasiano y su hijo Tito lo hicieron construyendo un Coliseo en el que tantas barbaridades se escenificaban para distraer solazmente a una masa servil y canalla. Como Keops, el faraón de la hipnótica pirámide de la meseta de Guiza. Allí estaba citado el Athletic. Pero, visto y oído lo que dio de si el partido a su finalización, es como si los de Valverde no hubieran comparecido. Ni el Real Madrid de Ancellotti.
En lo que concierne al equipo blanco, nada nuevo bajo el sol de la Castellana. Lo preocupante se carga en el debe de la prensa que desde Bilbao se bajó al 'Foro' para asistir al carpetazo de la Liga. En sala de prensa, el visitante primero, todo eran intentos de tirarle a Valverde de la lengua intentando que largara con un bombazo que hiciera temblar los cimientos de Lezama.
Que si "te sientes fuerte", que "vaya final de temporada tan desastroso", que "los objetivos sin cumplir". Daba la impresión de que no había habido partido, de que se trataba de dos entrenadores, y nada más. De la caverna mediática no se esperan sorpresas. Ahora bien, desplazarse a Madrid y al respecto del partido ni 'mu', me dejó perplejo. Y es que hubo un duelo al sol. Lo único que a mí me importa. El último partido de la temporada. La fiesta del fútbol. Ese juego curativo para los que parten y los que saltaran desde el banquillo.
Fortuna. Diosa. Cuerno de la abundancia. Un 'clásico' en juego. Un lujo para Paredes, que se estrenaba. Para Ander Herrera, que llegó a tiempo para dejarse ver en un estadio de relumbrón. Nico. Sancet. Guruzeta. Zarraga, Vencedor: obsequio de doble filo, "Venga, chaval, que no me queda otra que sacarte aunque piense que eres más malo que la carne del pescuezo".
En caliente. En los periódicos del día después. Me han dejado desnudo y solo. Bufón divirtiendo a nadie en un palacio que no existe. Pobre hombre: notario de una realidad de la que nadie se hace cargo. A partir de las 18:30. Pinta muy bien este Athletic porque sabe lo que tiene que hacer. Ernesto ha diseñado de lujo el partido. Obedientes, "mis jugadores lo dan siempre todo". Desde el inicio hasta el bordón final. Impecable comportamiento de los leones en uno de esos dos escenarios a los que se va como al dentista o al matadero.
Txingurri se aplica el cuento. La tropa se lo cree. Los que apuntaban goleadas en un posit se palpan el bolsillo para no delatar su pánico previo. Sólido. Compacto. Brillante en lo combinatorio caminando hacia la meta de Courtois. Descaro. Defensa coordinada. Poblada por dentro. Acaso la bandas. Alas. Caen al laberinto derretida la cera: pobre Icaro merengue, a quien se le ocurre. Sancet, Nico, Iñaki: alas de colibrí convirtiendo el juego en "un partido de sueños".
A pesar del fallo de Vesga, el Athletic se enseñorea. Dichosos los que fueron y están viendo a este Athletic tan gustoso. Y los que, con la pistola cargada llegaron al estadio, antes o después de su 'fechoría', más les valdría atarse una rueda de molino al cuello y tirarse al Manzanares para no ser motivo de escándalo ante l@s niñ@s que escuchan "¡Athletic!" y les entran ganas de llorar, emocionad@s.
Ganar, si, cómo no, quién no lo quiere, pero cuando bajo el travesaño se agiganta "el mejor portero del mundo", tómese la igualada como el triunfo de los que no queríamos que el Real Madrid nos jodiera la fiesta en el último segundo. ¿Fiesta se ha dicho?... "Bailando"... Con la compañía de Carvajal... 'Exagerado' por la soda y el Vermut... En mala hora, Yuri, el 'macarra de 'Lavapiés'... Dani Daniel... "Muevo la pierna, muevo el pie, Muevo la tibia y el peroné, Muevo la cabeza, muevo el esternón"...
Me retiran del campo. Valiente cabrón. Qué he hecho yo para merecer esto... Y por si fuera poco, desde un garito de Fuencarral nos llega la verdad del pregón de un partido equivocado: "¡El Athletic está roto!". La gente se escandaliza. Esa misma que ahora, lunes esplendoroso con el Puente Colgante al otro lado de la ventana, canta: "Esta casa en ruinas que es el Athletic / Y es que esta toda rota por dentro / toda rota y deshecha / Toda rota... y yo no quiero que siga así".
Por mi parte, apuntar que el Athletic me encantó. Intrépido, se subió a las barbas blancas de un Real Madrid poderoso. Ese juguete abstracto con el que Florentino se siente completamente hombre en el tramo final de su existencia.
• Por Kuitxi Pérez, periodista y exfutbolista