Terminó por fin una temporada convulsa en el Athletic Club y, para la mayoría de aficionados, decepcionante, con el regusto amargo que deja en el alma la posibilidad real de haber ocupado un puesto europeo hasta el último instante, perdida por culpa de un tramo final de Liga francamente pobre y desacertado, marrando en los enfrentamientos frente a rivales directos, y también contra equipos situados en puestos mucho peores de la tabla.
Las razones a esgrimir para justificar este, a mi juicio, fracaso, son muchas y variadas: ausencia casi total de futbolistas de referencia a la hora de echarse el equipo a espaldas; largas lesiones de jugadores de gran nivel en este grupo, como Iñigo Martínez; desfondamiento físico del equipo en el último tramo de Liga; gestión del banquillo y de la plantilla, déficit de calidad en general…
Cada uno que ponga el acento donde mejor le parezca. Pero creo que, por encima de todo, sobresalen dos hechos fundamentales que a la postre nos han abocado a terminar el campeonato en tierra de nadie.
El primero ha sido, sin duda, la falta de puntería en la finalización de un gran número de ocasiones generadas: 16 partidos de 38, sin ver puerta. El otro, y no menos importante, ha sido la extinción del “factor San Mamés” como garante de un gran número de puntos: de 57 posibles solo hemos rascado 27, ni un 50% de los que se han disputado en la Catedral.
Evidentemente, tampoco han ayudado hechos no estrictamente achacables a lo que ocurre en el terreno de juego, pero que sin duda han incidido negativamente en el contexto. Por no alargarme, citaré la pésima gestión en el Bilbao Athletic que ha puesto en franca evidencia tanto a la Junta como a la dirección de Lezama, el disparatado y despilfarrador fichaje de un Ander Herrera que ha reconocido públicamente que no estaba en condiciones de competir bien, ya desde que pertenecía al PSG, etc, etc...
Todo lo expuesto hasta ahora, con ser importantísimo en el devenir de un equipo, no es para mi lo único preocupante.
Y con ello me refiero al “otro problema”: el económico. Y esto, aquí y ahora, es algo que me inquieta mucho y curiosamente apenas se menciona en las conversaciones de aficionados tanto en calle como en redes, ni en los medios de comunicación ni, desde luego, a través de los canales oficiales del Club. Todos sabemos que en el fútbol manda la pasión sobre la razón, y que una coyuntura financiera delicada en nuestros hogares, negocios, centros de trabajo, nos crearía tal desazón que le dedicaríamos gran parte de nuestro tiempo y esfuerzo para enderezarla, mientras que si es en nuestro equipo de fútbol…
Bueno, lo importante es ganar, conseguir objetivos como sea. El fútbol lo puede todo. Tal es así, que artificios financieros como el que presenciamos impávidos el pasado verano –y me refiero al Barcelona con sus peculiares “palancas”- nos hubieran parecido una antesala a la suspensión de pagos en el ámbito empresarial, y sin embargo prosperaron con el beneplácito de su masa social y, lo que es más grave, de las autoridades deportivas que encajaron con naturalidad esa apuesta a doble o nada dentro del fair play financiero vigente.
En su debut como Tesorero del Athletic, el pasado otoño Guillermo Ruiz-Longarte explicó a la Asamblea de Compromisarios, de forma clara y didáctica, tanto la realidad económica estática de la Entidad –activo, pasivo y patrimonio neto- como la dinámica –su generación de ingresos y gastos-.
Aunque ya teníamos cierta constancia del deterioro de esta última en los años precedentes –pandemia incluida- nos terminó de inquietar el hecho de tener un déficit estructural de 30 millones de euros al año -amortización de jugadores incluida!!- frente a un patrimonio de 103 millones, suavizado por la promesa de la Junta de presentar en breve una “Reflexión Estratégica y Plan de Acción 2023-2026”.
Dado que aproximadamente el 80% de los gastos se encuadran en la partida de costos laborales de jugadores, y parecida proporción de los ingresos la integran los derechos televisivos más las cuotas de socios y taquillas, parecía obvio que eran los dos frentes a atacar en aras a buscar el equilibrio en la cuenta de explotación…
Pero no. En febrero, la Directiva nos anunció que por el lado de los gastos laborales, poco o nada se podía hacer; y por el de los ingresos el asunto está claro: o jugamos competiciones europeas que redunden en derechos televisivos y premios UEFA por participar, o pedimos al socio un aumento inasumible por casi nadie de su cuota anual.
Las soluciones propuestas por la Junta en su anunciada “Reflexión” no fueron nada tranquilizadoras, al menos para mi. Copio solamente el preámbulo, pues consta de 62 páginas y excede el formato de este comentario.
A continuación, se desgrana el Plan de Acción dividido en cuatro ejes estratégicos de actuación que se retroalimentan entre sí y tienen como centro los valores del Athletic Club:
· Exigencia, liderazgo y éxito deportivo
· Impacto social y gobernanza responsable
· Salto económico y sostenibilidad con el foco en ingresos
· Organización, cultura y gestión de máximo rendimiento.
A su vez, estos cuatro ejes estratégicos se desarrollan en torno a 16 pilares y 71 acciones estratégicas, que se detallan una a una (excepto las consideradas confidenciales por el propio club) informando sobre su evolución y mostrando aquellas tareas que han sido ejecutadas con éxito.
Entre los avances principales destacan las acciones estratégicas dirigidas a la modernización estructural de Lezama (como la implementación de un nuevo método de trabajo en scouting, la creación y desarrollo de los departamentos de Rendimiento y Psicología o la implantación de un sistema de cámaras que aplican inteligencia artificial al análisis deportivo), a maximizar los ingreses comerciales (con un aumento de un 23% en patrocinios, retail, ticketing y explotación de San Mamés), a generar ingresos con nuevos negocios (como el sponsor DIGI o el lanzamiento de AC Football Center y AC Football Experiences) y a promover la cultura de la organización y la gestión del máximo rendimiento (mediante la aplicación de medidores KPI que permitan evaluar objetivos).
Buenas intenciones, ideas innovadoras, palabras bonitas. ¿Números? Pocos, casi ninguno. ¿Se ha visto alguna vez un Plan Estratégico en el que no se cuantifiquen las soluciones, aunque sean dígitos redondos, globales, aproximados? Francamente yo, nunca.
Conste que en ningún momento estoy poniendo en duda las capacitaciones académicas y profesionales de esta Junta, ni sus ganas de sacar adelante esta complicada empresa. Pero como viejo aficionado al que le gusta analizar las cifras, aunque sea por deformación profesional, pienso que las grandes contingencias exigen remedios en consonancia, y estos pasan por lo dicho anteriormente: si no jugamos en Europa, hay que meter la tijera en los grandes gastos.
Eso, o vender patrimonio deportivo y económico (jugadores) o en pocos años nuestro amado Club sufrirá irremisiblemente un default. Al menos yo, no quiero tener un Athletic de zona media, sin aspiraciones, y con un quebranto anual de 30 millones. Efectivamente, y parafraseando a aquel astronauta del Apolo XIII, “Houston, tenemos un problema…”.
· Por Carmelo Rodrigo, autor de la biografía de Andoni Goikoetxea
Carmelo, esta junta es muy peligrosa, da miedo lo que se nos viene encima.