Y cuando todo parecía perdido, surge, resurge, nace, renace, se rehace, sobre el molde que se le tomó antes de que entrara en barrena Yuri Berchiche. Como en troquel. Como si hubiera sido criogenizado y, encendida la bombilla de los sabios, en un futuro que se presagiaba, el lateral zurdo de Zarautz, todo él más su talento, se revitaliza luego de haber sido congelado a muy baja temperatura. Con nosotros lo tenemos. Qué alegría. Acompañado de Walt Disney, que iba en el mismo pack a fin de que al Athletic Club le saliera rentable recuperar la figura soberbia de un lateral zurdo que, luego de ser nómada junto a los sedentarios, ha recuperado la morada que empezó a habitar hace seis temporadas.
El Athletic fue, fue el Athletic. Como Ulises, que recibe una oferta de futuro confortable y no la puede rechazar. Cansado estaba Yuri, muy cansado. Buscaba una sombra. Y lo mismo le daba que fuera de abedul de Urkiola que de roble de Gernika, Lezama o San Mamés. Lo había experimentado todo. Eso creía.
Desconocía, sin embargo, que para entregarle la última rosa a Pitxitxi debería pincharse con la espina de la flor. Sintió dolor. Mucho dolor. Un dolor igual pero distinto. Ese que le provocaba el virus de la pandemia, la talalgia, una por cada pie, y el pubis, no tocarlo, como vino se irá, y fue así que, para terminar con él, Yuri Berchiche Izeta se vio obligado a pasar por el mismo quirófano que meses atrás había sido desechado. “¡Precioso tiempo perdido!”, maldice el que tanto sufría.
Mareos. Vértigos. Hombre al suelo. Salen las asistencias para socorrer a un futbolista triste, desconsolado, abatido, desilusionado. El mismo fútbol que lo enamoraba se ha convertido para él en una sesión de trabajos forzados. Como en presidio. Grilletes en los tobillos. Picar y picar piedra en la ´Cantera´ de Lezama. Vive, debe vivir, porque, al igual que José Martí, niño cubano en presidio, “debo ser más fuerte todo dolor y todo sufrimiento”.
¿En esto consiste el fútbol y nada más? ¿En padecer un dolor agudo a cada paso? ¿En sentir vértigos, marearme, hasta no poder más y echarme, cuerpo a tierra, al pasto de los terrenos de juego? Si este presente es el futuro que habré de soportar, ya les digo yo que no estoy por la labor. Perdí la ilusión. Ya no disfruto como antes. Es más, ni siquiera gozo. Jaula es mi propio cuerpo en la que ni entro ni puedo salir.
Hasta que, de repente, surge una luz, que lo ilumina y guía. Un sol, que lo calienta. Y resulta que todo lo malo, como vino se fue. Toca disfrutar. Como lo hacía antes. Hasta volver a ser “Ese hombre” por todos alabado y festejado tanto. Recordemos aquellos octavos de Copa de Tenerife. Y la semifinal frente al Granada. En el Heliodoro López, ese zurdazo violento y seco que nos permitió jugarnos la suerte a los penaltis.
En Los Cármenes, cuando, al límite, arranqué desaforado luego de haber quemado todas las naves. Y me salió bien. Aquel rabioso zurdazo encendió las luces de toda Bizkaia, y provocó el jolgorio en miles de calles. ´Ese hombre´ era yo…
´Ése, también y sobre todo, que ansiaba llegar a tres cuartos de campo porque sabía que allí, puntual, me esperaba Iker Muniain, ese amigo tan especial con el que uno puede llegar a enloquecer haciendo travesuras con el balón. Tuya, mía, tuya, mía… hasta alcanzar el banderín de córner y echar a suertes quién deberá ser el encargado de acarrear la pelota hasta encarar al portero y fusilarlo. Me chivan que Txingurri anda dándole vueltas a la idea de no dejarme subir más allá de la línea del centro del campo. “Porque allí ya está Nico para trabajar la banda en jornada completa”.
¿Cosas de un entrenador conservador? Alguien debería decirle a Ernesto que si no me da libertad total para subir por entero la banda y luego recuperar mi posición en defensa, no sería nada, o dejaría de ser lo que siempre había sido. Como en Tenerife. Como en Los Cármenes. Como, sin ir más lejos en el tiempo, en el mismo San Mamés el viernes ese en el que la Unión Deportiva Almería subió desde el sur al norte para recibir ´lo suyo´.
¿Recuerdas, míster, cómo le ´doblé´ a mi compañero para ganar la línea de fondo y, de ese modo, regalarle a Gorka Guruzeta un ´pase de la muerte´ inevitable?...
Que su suerte, mala, estaba echada. Que la vida no le prestaría el tiempo suficiente para recuperar esas virtudes físicas que lo convertían en un titán capaz de subir y bajar la banda sin apenas jadear. Triste estaba, también, por el presente y futuro de Muniain. Porque, asociándose, formando pareja, allá, arriba, en lo más alto del campo, el palo del banderín había sido testigo de mil travesuras llevadas a cabo con el balón.
Yuri Berchiche e Iker Muniain, ´Sociedad limitada´. Recuperar la ilusión. Volver a sonreír. Ser felices jugando a fútbol. Así Yuri como Iker, Berchiche y Muniain. “Dibujos animados de ayer y de hoy”. Para eso inventaron el fútbol los ingleses. “Nos vemos en la próxima caricatura”, ¿Sí?... Nos vemos. Vete diseñando el tebeo, querido ´Hoss´. Eterno Jose Iragorri.
• Por Kuitxi Pérez, periodista y exfutbolista