El fútbol no sabe de razas, de política y mucho menos de geografía. Es el caso de Andrés un seguidor del Athletic Club de Bilbao que vive a más de 800 kilometros de la ciudad vizcaina. Exactamente, en Lorca. Una distancia que no ha hecho mella en el sueño de este muchacho que ha podido ver dos partidos del equipo de su vida haciendo nada más y nada menos que 3408 km.
Un amor por unos colores que nacieron a través de su madre y que, desde los siete años, ha ido acompañado de una muestra de superación incalculable. "Desde los siete años,he tenido que pasar por quirófano varías veces, a lo que debemos sumarle muchas horas de rehabilitación", detalla Andrés en sus redes sociales. Un niño, por aquel entonces, que en vez de jugar y divertirse, se encuentra en una cama de hospital con el miedo a no caminar.
Nunca pensó que podría hoy "caminar, correr, saltar, poder hacer vida independiente". Señala que, a pesar de su minusvalía, pudo vivir momentos únicos como gran "amante del fútbol". "Correr detrás de una pelota me convertía, me convierte y me convertirá en la persona más feliz del mundo". Siempre como "gran aficiado al Athletic", del que reconoce que es su gran inspiración para los momentos difíciles en su vida.
"Decidimos ser David cuando todos querían ser Goliath", afirma para reafirmar que todo por un acuerdo no escrirto "que se mantiene a día de hoy" y que se encuentra sustentados por muchos aficionados que están alejados geograficamente, pero no desde el sentimiento. Agradece de corazón a los "11 leones que saltan al terreno de juego y representan nuestro escudo" tras conseguir motivar a un chico que la vida no paraba de ponerle dificultades y que , "gracias a ello", ha logrado cosas impensables.
Un sentimiento que le permite pensar en todo lo que le transmite "cuando estoy haciendo mi rehabilitación".