Mikel Vesga y la fábula del burro de Valverde

"Vuelven a lloverle los palos a Vesga", me apunta mi compañero Asís Martín. 'Vuelta la burra al trigo'. Algo cíclico. Como el 'otoño del patriarca'. Basta que el equipo de Ernesto Valverde tropiece con saña contra una UD Almería desahuciada, para que la 'inquisición encubierta' que juzga los pecados del Athletic Club encienda las redes con intención de enviar a la hoguera a su heterodoxo favorito.

Varias veces lo han atado a un palo para que arda hasta consumirse. Desconocen, al parecer, que Mikel Vesga, empoderado por su entrenador de turno, es ave fénix que de sus propias cenizas se recompone hasta volver a nacer. Qué manía tan sucia. Qué comportamiento tan perverso. Creerse un Dios al modo de Saturno devorando a sus propios hijos.

Si en su día Garitano y Marcelino, el chantaje emocional lo sufre ahora Ernesto Valverde, entrenador al que exigen que en la pizarra del vestuario escriba un once hecho a su imagen y semejanza. Una alineación en la que Mikel Vesga no tenga cabida. ¿Por qué?: porque el horroroso partido frente a la UD Almería es un delito.

Y como tal, los culpables deben presentarse ante el tribunal que reside en el garaje de su urbanización. Y como el proceso va de uno en uno, preséntese Mikel Vesga, que, tras un juicio que no se habrá de celebrar, recibirá el castigo severo del ostracismo. Acaba de renovar, sin embargo. Da lo mismo: los contratos de los jugadores son papel mojado que se estrujan y son arrojados al contenedor más cercano.

Por qué está inquina, este odio, por qué convertir de manera obsesiva en cabeza de turco a este hombre llamado para la guillotina por parte de los que se creen dueños de un Athletic en permanente 'revolución'. El poder a la sombra, y también al sol. 'Lunes al sol'.

"¿A quién crucificamos?"... Al de siempre. A Mikel Vesga. Qué paciencia la de este hombre.

No sucedía así en tiempos de vacas gordas y espigas preciosas. Cuando el Athletic arrasaba hasta que sobre el campo no quedara títere con cabeza. Basta un borrón para que el 'escribano' de Valverde resulte vilipendiado por enésima vez. Pierde el cetro de seguido, y vuelta a empezar aunque la obligación de Vesga sea seguir caminando por la vía buena. Por mi parte qué quieren que les diga que no se halle escrito en los archivos de este ElDesmarque Bizkaia de mis amores. Lo que bajo el título "El discreto encanto de Mikel Vesga" fue escrito lo saco a colación...

"Artista es Mikel Vesga. Músico. 'Toca el balón'.

Lo trata con mimo y delicadeza. 'Interpreta' el juego a su manera. Con sumo gusto. Discutido. Como no podría ser de otro modo. Discutido incluso por mí. Porque lo cortés de elogiarlo no me priva de la valentía que supone afearle con severidad ese defecto suyo de no librarse del rival cuando conduce la pelota; estar siempre alerta; ojos en la nuca y los parietales a fin de que el balón que conduce no le sea robado cual niño desvalijado de caramelos a la puerta de la iglesia después de un bautizo.

Con tanto como custodiar con sumo esmero el esférico que es suyo, y del equipo también, me daría con un canto en los dientes a fin de que los cobardes tomaran ejemplo".

"No es amante del cuerpo a cuerpo", recupero de la memoria. "Evita el choque como el que teme una colisión. Del centro parte a repartir. Y al centro regresa para continuar acarreando balones. Le gusta asociarse. Sobre todo en las distancias cortas. Con un guante envuelve su pierna zurda. Su toque delicioso y certero. Su "juego sencillo", dijo de él Marcelo Bielsa. Como la aguja de un compás que se clava en el 'centro de la tierra'. Ábrese el artilugio. Girando mientras pinta con el lapicero la circunferencia perfecta de su fútbol".

Nadie es perfecto. Nadie juega dos veces el mismo partido y con el mismo acierto y la misma suerte. Así las cosas, y mientras dure su 'lapidación', Bienaventurados los que sufren obscena persecución porque de ellos será el 'reino de la Copa' y el de la 'Europa Ligue'. Antes de dar carpetazo a este escrito tan amargo, Mikel Vesga me pide que le dé la opción de sus últimas palabras...

"Ojalá fuera yo el burro del molinero (que es Valverde, mi entrenador) / y que él me golpeara y me estimase... Antes eso que ser el que atraviesa la vida (de un futbolista del Athletic) mirando atrás y sintiendo pena..." [Alberto Caeiro].

• Por Kuitxi Pérez, periodista y exfutbolista