El Athletic, cuestiones de familia

A pocas horas de iniciar el camino a Sevilla, fluyen en mi mente múltiples recuerdos de circunstancias similares de los últimos 40 años. El Athletic siempre ha sido una cuestión de familia, como bien escribió el periodista Jon Uriarte, donde el futbol ha sido el vinculo que unía a padres e hijos, a aitites y nietos, a primos y hermanos, en una perfecta unión que trasciende la pelota y habla mucho y bien de lo que supone el Athletic en la sociedad vizcaína: nexo de unión y transmisión de valores de generación en generación, creando recuerdos imborrables en la mente de los que los hemos vivido. No se trata del resultado, sino del camino que lleva hasta la final.

Algunos de esos recuerdos comienzan a ser muy lejanas en mi mente, como aquel viaje a Madrid en 1984, cuando fuimos en familia y volvimos con la Copa. Múltiples anécdotas quedaron grabadas, como aquella cena inolvidable en Jose Luis con algunas de las leyendas como eran Zarra, Venancio y Panizo, con Josetxu el del Kirol, con quien unía a mis padres una gran amistad.

O cuando en el camino de vuelta, a mi hermano  Gonzalo no se le ocurre otra cosa que hacer el signo de la victoria por la ventanilla a un par de motoristas de la Guardia Civil gritando “campeones, campeones”, lo cual interpretaron como “cabrones, cabrones” y comenzó una persecución en carretera que le costó un disgusto a mi padre, y una bronca monumental a mi hermano. ¡¡Qué tiempos aquellos!!

La de 1985 mi padre no quiso por el ambiente muy caldeado y problemático que corría en aquellos años de plomo, y con prudencia, como siempre fue, nos buscó alternativas para mandarnos fuera en esas fechas y tener excusas para decir que no podíamos ir. Allí comenzó la racha de derrotas que perdura hasta hoy.

Luego llegó la travesía del desierto que duró hasta 2009, donde con Caparrós volvimos a la final, y nos fuimos a Valencia, mano a mano con mi otro hermano Alberto, quien recorrió literalmente medio mundo en 48 horas para llegar a esa final y con quien he disfrutado de la mayoría de desplazamientos con el Athletic. Durante unos minutos, soñamos con ver a Gaizka Toquero vestido de Endika Guarrotxena, pero no pudo ser, y nuestros sueños se desvanecieron.

Recuerdo las previas con nervios, con los sorteos de entradas, con nuestra habitual mala suerte familiar para cualquier tipo de lotería, y la generosidad de Fede Egaña, que en paz descanse, quien me cedió su entrada a través de su hijo y buen amigo Oskar y pude asistir con él y compartir lágrimas y decepciones, como haremos este año también.

Y llegó Madrid 2012, donde llegamos muy tocados de la reciente derrota en Bucarest, y otra vez el FC Barcelona, en su mejor año de la historia, nos pasó por encima. No hubo nada que hacer. Las previas en ambas finales fueron magnificas, donde demostramos el señorío de nuestra afición, pero como dice mi también buen amigo, y casi de la familia, Txelu Noriega, hermano de Txema: “en las previas lo bordamos, pero llega el fútbol y nos pone en nuestro lugar”.

Y llegó el culmen de la demostración de amor rojiblanco en Barcelona 2015, donde el mundo se asombró de la capacidad de movilización de la hinchada zurigorri. Otra vez riadas de aficionados nos plantamos allí, y en su propia ciudad, les enseñamos lo que era una afición que ama por encima de todo sus colores.

Allí con mi hermana pequeña Laura, quien hizo de cicerone, y disfrutamos de lo que no había podido hacer ella por edad en los 80, y disfrutamos en familia de lo que siempre habíamos visto en casa: el Athletic nos une, nos acerca a los que viven lejos pero sigues teniendo cerca en el corazón. Pero una vez más, en el futbol, no estuvimos ni cerca.

La pandemia maldita nos robó las dos últimas oportunidades de unir familias, de vincular sentimientos con el Athletic, y desde casa sufrimos dos dolorosas derrotas casi seguidas. Ya eran las primeras que con hijos casi adolescentes pero muy conscientes, y disfrutas con ellos de estos momentos, y maldices el momento en el que la alarma y el confinamiento les robó a estos chavales esos momentos únicos. Desde el balcón compartimos lágrimas con Koldo Asua, quien no pudo levantar esa Copa con la que soñaba antes de dejarnos.

Parecía que en los 2 últimos años, con semifinales perdidas contra el Valencia y Osasuna, esta última contra pronóstico, iba a alejar el sueño de una generación pero este año, tras una trayectoria brillantísima el Athletic, nos lleva a la final de nuevo. Esta vez sí. No voy a dejar escapar esta oportunidad de disfrutar con mis hijos, ya adolescentes a punto de volar del nido, una oportunidad única, de volver a vivir lo que vivimos en familia hace 40 años, y es ahora a ellos a quienes les toca recoger este legado, de mantener viva la llama rojiblanca, de compartir juntos estas vivencias, el viaje, las anécdotas, los saludos, la caravana zurigorri.

Cambian las formas, las tradiciones, ahora iremos a la Athletic Hiria en Sevilla, donde estará mi otra hermana, Ana, quien reside en el Sur desde hace años pero mantiene viva su pasión bilbaína. Cerraremos el círculo, con mi madre en casa animando, nosotros algunos en el campo, otros frente a la pantalla, hijos y primos, la nuevas generaciones unidos, y mi padre desde arriba, con la bandera que llevamos al Bernabéu hace 40 años, gritando: “Aupa Athletic”.

El Athletic, cuestiones de familia.

Pd: Esperemos que el fútbol, esta vez sí, nos de la razón.  Demasiadas heridas abiertas que merecen cerrarse. Vamos a por ello!! Aurrera Mutilak!!

· Por Borja Conde, Socio del Athletic Club y comentarista en Telebilbao