Acumulaba 'cruces' en contra del Athletic Club el 'recaudador de impuestos' designado por la UEFA para repartir los beneficios al final de la partida. "Roma no paga a traidores". Emborronaba su papel de cuero. Escribía para sí. Sabiendo que, de cambiar el panorama de manera radical, acabaría repartiendo tela a partes iguales. Luego de seis años, Ernesto Valverde llevaba a los leones a la 'ciudad eterna'. Sucedió que confundió el Olímpico con Circo o Coliseo.
Tímido. Temeroso. Timorato. Contagió a su escuadra insertando en el centro del combate a legionarios, soldados de a pie. Trabajo de zapa. Cualquier tipo de alarde quedaba coartado con la inclusión en sus filas de Beñat Prados, sangre, sudor, lágrimas, hijo del barro aunque el suelo pareciera verde. Leones tumbados. Impresionados por el rojo sangre de esta Roma mitológica, legendaria, histórica en la parte que le toca.
Beñat, Álvaro Djaló, Unai Gómez, condenados a soportar el Calvario que terminaba en la cruz de Guruzeta. Mala pinta. Gorosabel podría haber ayudado a soportar el tormento. Se inhibió, sin embargo. Desalojó su banda derecha para que la Roma, sin esfuerzo, le clavara el hierro al Athletic.
Maniobraba el equipo de casa con parsimonia y mimo. Como si se encargara de que su loba diera de mamar como es debido a los dos niños fundadores. Algo había que hacer. Txingurri lo sabía. Lo tenía preparado. Pero callaba.
Hasta que, allá por el 60', ordenó el desalojo de los soldados de a pie, de los legionarios. En su lugar, cabeza, inteligencia, talento y habilidad. Lo que en nombres equivale a De Marcos, Ander Herrera, Nico Williams y Berenguer. Con tanto como esto, la Roma, asustada, intimidada, se vio obligada a entregarle el balón a su rival.
En sala de prensa, Ernesto Valverde habría de confesar que se estaba cumpliendo el plan diseñado por el estratega. O sea, su plan. Es decir, Valverde se estaba colgando la medalla a la que se haría merecedor gracias al excelso tramo final protagonizado por un Athletic empapado de talento.
Qué media hora tan gozosa. Del día del juicio final a la noche del teatro de los sueños. Como si tuvieran prisa. Como si se tratara de darle a la Roma en ese lugar donde tanto duele. En su valía. En su orgullo. En su fingida superioridad. Empujado por De Marcos. Animado por Ander Herrera.
Viajando en el AVE que conducían Nico Williams y Alex Berenguer, profeta, este último, en su tierra, haciendo maravillas merced a su fe ciega en la 'Síndone' de Turín. Berenguer. Tapando las bocas de aquellos que empezaban a bostezar. Fue entonces que Yoli Aransaez me cogió de la mano y me dijo, "Espera, Kuitxi, que Alex se dispone a poner en marcha la estrategia"...
Toque perfecto al segundo palo. Sin opción para el portero. Fuera del alcance de la zaga romana. Allí estaba Unai Núñez. El 'hijo de Abel'. El dueño de su intuición. Asistencia sutil con la cabeza. A la 'Zona de interés'. Allá donde Aitor Paredes creía. Cuestión de fe. La veo. Me va a llegar. La clavo. Testarazo con 'influencia'.
Gracias al empate, el recaudador de impuestos designado por la UEFA rectificó en lo concerniente a los beneficios a repartir al final de la batalla. Tras la exhibición final del Athletic, Roma estaba obligada a pagar a un equipo que repudió la traición a cambio de entregarle al futbol el cetro de aquel llamado a hacer cosas muy bonitas en su viaje por Europa.
• Por Kuitxi Pérez García, periodista y exfutbolista
? Y del Bilbao Athletic, que?. ......Mutis por el foro.
No estoy de acuerdo con el juicio q haces sobre Beñat, en la primera parte fue el q sostuvo al equipo para no recibir una goleada y tiene mucho fútbol.. se parece cada vez mas a Zubimendi, el q no compareció fue Galarreta..