Al día siguiente, el viento sureño cesó, las temperaturas bajaron y la lluvia empezó a caer, mansamente, ahogando la nostalgia que la victoria del Athletic Club en San Mamés nos había dejado. Nostalgia, por no poder regresar al lugar y al tiempo en el que todo sucedió. Álgidos hechos que Imanol Alguacil se quitó de encima recurriendo a los "once cabrones" de John Benjamin Toshack: "Los habría cambiado a todos si me hubiera sido lícito". Entrenador dolorido que asume con deportividad la derrota. O casi. Porque a la hora de buscar responsables, habría sido de ley que hubiera dicho, "A los once jugadores, y a mí, que diseñé el partido en la pizarra y no fui capaz de aportar soluciones sobre la marcha".
En un corte ofrecido por ETB, me apunté una respuesta de Alex Remiro. Tras ser interrogado por la trascendencia de la derrota entre esa masa de abonad@s que jalean a su equipo saltando todos a una mientras le dan la espalda al terreno de juego y a sus jugadores, se soltó el pelo con una de sus joyas: "Para mí, este partido ha sido uno más defendiendo la portería de la Real Sociedad".
Finge tan completamente que hasta finge que es mentira la mentira que en verdad miente. Hace tres años. Recuerden. Dejen que aquellos hechos vuelvan a pasar por su corazón...
Recién había sido expulsado Iñigo Martínez, compañero de fatigas anteriores, cuando, en un ataque de euforia, digno de estudio por el área de psicología de Zubieta, empezó a festejar el hecho con carreras cortas, brazos rígidos, puños cerrados y unas palabras desmedidas al alcance de l@s lector@s de labios. Hay algo en este hombre que me desconcierta.
En la temporada de Berizzo, vacío de poder en la portería, el meta de Cascante tenía el puesto asegurado por el entrenador argentino. Le hizo ascos al altar al que se suben los sucesores de Iribar. Un año en blanco a cambio de un contrato largo para defender el arco de Anoeta. Le salió bien la apuesta, qué duda cabe. Sigue teniendo asuntos pendientes en San Mamés. Doctores tiene Lezama.
Al frente del cuadro deportivo, el 'fotógrafo de 'Vitoria-Gasteiz'. Qué obsesión con atarlo de pies y manos a Valverde de la Vera [hermosos parajes los de la Comarca al noreste de Cáceres] a un hombre que llegó de mantos a Euskalerria.
Como aleccionador de los leones a pie de campo, démosle el mérito iniciático por diseñar un partido a la medida de sus jugadores y, en especial, a la de una Real Sociedad que venía, en liga, de exhibirse en su feudo ante el FC Barcelona. Planteamiento entendido y ejecutado con esmero por los leones. Equilibrio. Así en defensa como en ataque.
Desde "al enemigo ni agua", hasta el "puente de plata" que levantó para que, mano en el corazón, los que pican piedra en la cantera de Zubieta se alejaran del lugar de los hechos sin aspavientos. Hago el conteo mientras los recuerdos al volver a pasar por mi corazón...
"Nuestro" Alex Remiro, el venezolano Aranburu, el marroquí Nayef Aguerd [propiedad del West Ham], Javi López [al que me une el Teide desde la Orotava que me queda por hacer luego de la ascensión desde Montaña Blanca], Sergio Gómez [de Badalona, como el Joventut que nos dejó 'aho bete hortz' en Miribilla], Sucic [bronce en Qatar con Croacia], Takefusa Kubo, japonés de inmenso talento que ya querría yo que se hubiera formado en el Zorrotza al que ascendió a Tercera mi 'valedor Víctor Llopis'.
Cinco 'futbolistas de Zubieta' reforzados por la savia joven y excelsa captada por Olabe: 'Zubeldia' [como el colegio de Portu], Zubimendi, Barrenetxea y Oyarzabal. En el banquillo, Brais Méndez [clase de sobra a la espera], Becker a orillas del Duero cuando se remansa en el paseo de Antonio Machado, y Oskarsson, islandés de '20' kilos y 1'87 de altura.
Ficha muy bien la Real Sociedad", alabanzas que llegan desde la prensa que sigue al Athletic en el territorio histórico de Bizkaia. A mí, sin embargo, como escribió Juan Carlos de Luna sobre el "Piyayo", "me da pena, y me causa un respeto imponente".
Hago un esfuerzo. Me pongo en el lugar de un Club que 'vendió su alma al diablo'. Que quemó sus naves. Qué se dio a una fuga sin retorno. Tan solo con pensarlo me angustio. La Catedral. A punto de colgarse el cartel de no hay billetes.
Y el de "lleno hasta la bandera", las banderas de entonces ondeando al viento... del sur. 24 de noviembre de 2024. También domingo. La suposición. El sueño. La pesadilla.
Seguimos fieles. Alimentados por 'la magia de Sarabia' que se derrama sobre Agirrezabala, glorioso en las alturas. De Marcos y Yuri, hasta que el peso excesivo de los años los separe... de nosotros. Vivian y Yeray, más 'centrados' que nunca. 'Galaxy', al que el balón le corre a la velocidad de la luz.
Beñat Prados, azkenez, filtrando el pase de lujo que le permitió a Nico Williams ponérsela a Sancet en las alturas al que solo él llega para cabecear con los brazos pegados a su cuerpo. Iñaki, "Gure aita / zeruetan zarena". Álvaro Djaló, eso hermoso que se promete y no se cumple; el milagro que se espera y no acontece.
El juego preciso. La victoria perfecta. "Cuando no siempre llueve. Cuando no haya nadie quejándose. Cuando no tengamos que preocuparnos. Cuando nadie tenga prisa. Cuando no te traicione ese viejo beso de Judas. Cuando no necesites una respuesta. Cuando todo el mundo esté al frente. Cuando nadie pise nuestros sueños. Sí. Entonces, mi mamá me dijo que habría noches de un día como éste. Bai. Hau bezalako egunaren gaba iritsiko zelakoan nengoen nerea ama.
• Por Kuitxi Pérez García, periodista y exfutbolista