Complicado escribir una 'contra' cuando al Athletic Club todo le ha ido de cara frente al IF Elfsborg. Rodado. Piedra que empieza a dar vueltas y no cesa. Por aplastamiento cae el equipo sueco. Su entrenador había declarado que venía a meter palos en las ruedas de la diligencia cuyas riendas lleva con mano firme Ernesto Valverde. Habrá sido que, cuando trampeaban bajo el carro, les sorprendió un arranque demoledor que los dejó para el arrastre.
Difícil, si no imposible, buscar hasta encontrar. Tarea vana a la que decido renunciar. Rescato la valoración que, al descanso, hacía Víctor Llopis en 'Onda Vasca'. Podrían resultar contradictorias sus palabras. Y sin embargo, me sirven de apoyo para catapultarme. Volar sobre el espacio y el tiempo del partido reduciendo mi discurso hasta convertirme en el ultimo de la fila de los 'Desmarcados' a los que recurre mi compañero Asís Martín.
De "aburrimiento" hablaba el míster. Un aburrimiento matizado. Era tal la superioridad del Athletic, que parecía que no tuviera un rival enfrente. Y como el fútbol es cosa de dos, cuando uno es apartado de 'buenas maneras', con 'buenas formas', con el 'estilo' que a este 'caso único' en el mundo le caracteriza, el partido se convierte en 'hechizo'. Hasta llegar a un punto en el que dejamos de ver aunque miremos. O si seguimos viendo, todo nos resulta igual, por repetitivo.
Como si miráramos al péndulo con el que se nos pretende hipnotizar. Sopor. Efecto dormidera. He aquí donde la palabra de Llopis se apega a una sensación que podría resultar contradictoria. Y no lo es. Al menos, en los registros que yo manejaba. "Aburrimiento". Una primera parte "aburrida". Será que, como a él, experto entrenador, los monólogos no le gustan. Enamorado, como yo, del [1-0], frente a la Real Sociedad. Tendente a no prestar atención a aquello que no me la llama.
A un Elfsborg que, tomando en cuenta todos los sucesos, se acercó a la Catedral para hacer historia con el primer ramo de flores a Pitxitxi'. Y a la conclusión de la contienda, verter esas 'otras', hermosas, que sinceras salen de la boca de un entrenador joven que se siente privilegiado por haber rendido visita al mejor Club del mundo.
Y al mejor equipo, también. En tardes como ésta. Cuando el Athletic apabulla porque Txingurri salió, casi, con todo. Escarmentado de noches europeas con trágico final.
Le permitió a Unai Simon que tocara madera con sus guantes. A Gorosabel, que se reivindicara. A Adama Boiro, que se estrenara en una estrategia de lujo, y que asistiera para que Guruzeta recuperara las sensaciones de un goleador. Sobre el segundo 'servicio' de Nico Williams.
A la causa, éste, de Beñat Prados, que se quedó a gusto con su 'trallazo' de cabeza. Cuatro días después. En tardes sin sol. "Mi mamá me dijo" que habría partidos victoriosos tan plácidos como éste. Me ocultó el aburrimiento. Este "aburrimiento" al que Víctor Llopis' se refería y yo comparto.
• Por Kuitxi Pérez García, periodista y exfutbolista