Una demostración de pegada, con dos goles en las dos primeras ocasiones de Antoine Griezmann y Saúl Ñíguez, remarcaron la superioridad del Atlético de Madrid sobre el Getafe, desbordado ante tal efectividad, doblegado sin matices y sin respuesta ante un equipo rojiblanco tan solvente como incontestable.
Tres puntos más al acecho del liderato del Barcelona, 17 encuentros ya de esta temporada sin una sola derrota en el estadio Wanda Metropolitano y 18 jornadas seguidas sin perder, mientras sigue siendo un adversario invencible, imbatible e inabordable en toda la era Simeone para el Getafe, hoy superado y desfigurado.
Con lo complejo que es este curso ganarle al conjunto azulón, la victoria del Atlético fue irrebatible desde antes de la media hora. Del Getafe armado, compacto, que no permite espacios ni concede apenas nada, no hubo rastro desde la irrupción de Antoine Griezmann.
Entre el atasco generalizado, entre un partido que no iba ni para un lado ni para otro, al francés le bastó su primer tiro, un zurdazo inapelable nada más entrar en el área, ya camino de la media hora, para romper un duelo que apuntaba dificultad, pero fue simple.
El '7' rojiblanco demuestra día a día el porqué el club, el cuerpo técnico y sus compañeros insistieron tanto en su permanencia en verano, aunque fuera millonaria. Su momento es imponente: 11 goles y seis asistencias en los últimos quince duelos; ha sido un factor esencial en 13 de los últimos 17 goles de su equipo y no para de marcar en LaLiga; siete goles en las siete citas más recientes.
Tiene un valor incalculable para el Atlético. Lo demuestran encuentros como el de este sábado. Un gol en la primera ocasión gana partidos, porque su pegada cambió un duelo incómodo en una travesía inalterable hacia el sexto triunfo en las últimas siete jornadas del equipo rojiblanco, insistente en la persecución del liderato.
Ya no hubo discusión del ganador, menos aún con el 2-0, diez minutos después, cuando Saúl desplegó su llegada, una de sus mejores virtudes, sino la mejor, para remachar el rechace de David Soria al remate de Kalinic. La defensa del Getafe ya había sido desbordada instantes antes en esa acción, con el pase de Thomas a la entrada de Lucas por la izquierda. El ghanés ya había sido asistente en el 1-0.
No hubo apenas respuesta del Getafe antes del intermedio. El segundo equipo menos goleado de la Liga ya llevaba dos dianas en contra en el estadio Wanda Metropolitano sin haber avistado aún el descanso; un peso inasumible para el conjunto azulón, menos cuando enfrente, además, está otro equipo tan riguroso como el Atlético.
Sí lo intentó más el Getafe en el segundo tiempo, pero alejado de las ocasiones. Amagó algo, no golpeó nada. Ni con la entrada de Mata por Jorge Molina, en el Getafe, ni con la sustitución al descanso por molestias musculares de Godín, otra dolencia más, otra vez en defensa, con lo que supone en un bloque ya tremendamente mermado...
Y a la espera de Morata. Su nombre sonó en el Metropolitano. Desde el 'Frente Atlético' se cantó 'Menos Morata y más Borja Garcés (en referencia al delantero del filial de Segunda B). La respuesta general desde el resto del estadio fueron los pitos contra esos gritos. Morata también fue canterano rojiblanco, de alevín a cadete.
El paso de los minutos dirigió al Getafe hacia una realidad inevitable: la derrota. No forzó ni una parada de Jan Oblak, un espectador más del control que ejerció desde el 1-0 siempre el Atlético. Transformó la dificultad que exige ganar este curso al bloque azulón, con dos expulsados en el tramo final (Djené y Cabrera), en un tarea tan rápida y cómoda como incontestable.