No ha tenido 'suerte' el Atlético de Madrid esta temporada con el VAR, nadie lo duda. Y mantenemos esas comillas porque el concepto 'suerte' quizás no sea el más acertado para lo que procede, pero sí el que más conviene. Hubo penaltis que no se señalaron, otros que se produjeron fuera del área y se decretaron dentro. Hubo fueras de juego que se señalaban cuando acaban en gol, hubo fueras de juego que invalidaban goles a pesar de que las repeticiones demostraban lo contrario. Y si no, que le pregunten a Morata acerca del tema.
Pero en esta ocasión, el VAR estuvo del lado del Atlético. El videoarbitraje ha demostrado a lo largo de la temporada que no sirve para nada, pues todo lo consideran interpretable. Para nada que no sea un fuera de juego, eso sí. Ahí parecen estar más acertados y Godín, esta vez sí, pudo celebrar un gol con su dosis extra de retraso y de suspense.
Lo cierto es que la jugada parecía fuera de juego: Vitolo disparó, el balón tocó en un defensor, Griezmann intentó rematar y Godín la acabó empujando a la red. Ni el propio Godín parecía creer que la jugada pudiese ser correcta, pues el linier había levantado la bandera y el uruguayo ya había recuperado su posición. Pero Griezmann estaba habilitado por un pie, por pocos centímetros, eso sí. El VAR lo dio, Godín festejó, el Metropolitano vibró y el Atlético de Madrid, mientras tanto, sigue alargando su fe.
Una fe que tendrá su punto y aparte o su punto y final el próximo sábado. Llega el Camp Nou, llega un Barcelona que parece mantenerse inexpugnable. A la espera del desenlace del partido de Vila-Real, el Atlético llegará a la Ciudad Condal agarrándose a las matemáticas para seguir soñando. LaLiga sigue de cara para el Barcelona aunque ahora, al menos, el VAR parece sonreír al Atlético. Quizás ya demasiado tarde.